El Padre Obispo Jorge Eduardo presidió la Acción Litúrgica de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, este 15 de abril, Viernes Santo, en la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Carmen de Areco, junto al párroco, Pbro. Daniel Blanchoud, un grupo de más de 40 jóvenes que están viviendo la Pascua estos días y la comunidad local.
El texto que compartimos es una transcripción textual de la homilía de nuestro Padre Obispo Jorge Eduardo.
“Ayer comenzamos a hacer memoria de la Pascua de Jesús.
Les cuento un detalle litúrgico, que es significativo. Ayer los sacerdotes comenzaron la Cena del Señor, haciendo la señal de la cruz y saludándonos. Pero la misa de ayer, Jueves Santo, no terminó con la bendición, culminó con la adoración al Cuerpo de Jesús. Y hoy Viernes, no comenzamos haciéndonos la señal de la cruz, y al final no recibiremos la bendición.
Y mañana tampoco comenzaremos en la Vigilia Pascual con la señal de la cruz, y sí terminaremos con la bendición. Es un detalle litúrgico que muestra que lo que comenzó con la Cena, termina con la Resurrección.
La Pascua de Jesús es su Pasión, su Muerte en la Cruz y su Resurrección. Todo es la Pascua, no es Cruz Sola, es Cruz y Resurrección. No es Resurrección sola, es Resurrección pasando por la Cruz.
Es tan importante que un grupo significativo de jóvenes de esta comunidad han querido vivir la Pascua juntos, 43, 45 jóvenes haciendo desde ayer el camino pascual, ahora celebrando con la comunidad. Todo el misterio pascual necesita que lo vayamos meditando, celebrando.
Ayer la cena, el lavado de los pies. Hoy la Pasión, la Cruz, la Muerte. Luego ustedes, saldrán a caminar por calles, es un signo de fe. Este viernes Santo queremos dar testimonio en esta ciudad de la presencia de Dios que carga con la cruz.
A todos nos habrá pasado alguna vez, – a mí me pasa muy seguido – que alguien me da su testimonio de fe y me hace mucho bien, enciende mi fe. Sobre todo cuando uno está pasando un momento difícil. En esos momentos uno ve un gesto de fe, y le hace mucho bien.
No duden que el testimonio de ustedes hace mucho bien, es difícil de evaluar. Pero tal vez un vecino ve pasar a creyentes que llevan la Cruz y ese pequeño signo es suficiente para generar fe.
Hoy celebramos la Pasión, la Muerte.
¿Por qué Jesús carga esta Cruz, que además tiene tanta saña? ¿Qué pasa en esa Cruz? ¿Por qué un hombre bueno, justo, como Jesús, tiene que cargar semejante peso? ¿Qué es lo que hay ahí? No es el peso físico solamente, un madero que pesaba entre 80 y 90 kilos. No es ese el peso fundamental.
El peso que está en la Cruz es el mal del mundo, es la iniquidad. No son males pequeños. Podemos imaginarnos los peores males, todos los males, los males que nos aplastan a nosotros, la perversión humana, la injusticia que lleva.
Hoy todos estamos llenos de imágenes. Las imágenes de la maldad humana, de la guerra, tan atroces. Pero también imágenes de jóvenes nuestros que caen en la adicción o en la violencia. Imágenes de jóvenes muertos, una vida joven truncada por la muerte, por la violencia, eso es iniquidad. Niños abandonados, niñitos abusados, eso es perversión, eso es maldad humana. Mucho peso. Mujeres secuestradas, vendidas, esclavizadas, arrancadas de sus familias, hambre real. En el planeta Tierra millones de personas tienen hambre. Personas que migran, no solamente los cinco millones de personas que migran de Ucrania, sino también las que tuvieron que salir de Irak, las que tienen que salir de África. Personas que no tienen casa, que viven hacinadas en centros de migrantes.
¡Hay tanto mal, tanta iniquidad, tanta injusticia!
En esa Cruz que carga Jesucristo está todo ese Mal, que Dios quiere enfrentar. Ese Mal que nos aplasta, Dios quiere enfrentarlo. El Hijo de Dios hecho hombre va a la Cruz para, cargando semejante peso del Mal, enfrentarse, pelearle al Mal.
La Pasión es un punto de concentración en la historia humana muy fuerte. Es una lucha muy fuerte entre Dios y el Mal. Jesucristo está ahí, como nos relataba el Evangelio de Juan, poniéndole el rostro al Mal, luchando para que la Cruz no nos aplaste.
¿Qué hace Jesucristo? Se entrega a la voluntad del Padre con total amor y misericordia. ¿Cómo lucha con semejante poder de tanta iniquidad? ¿Con más violencia, con más fuerza? No, con más amor. Para desarmar el mal, Dios responde con amor.
No un amor pequeño, un amor total, absoluto. Es la única manera que Dios hecho hombre tiene para, cargando el peso de la Cruz, hacernos a nosotros la vida distinta. Por eso reconocemos a Jesucristo como el Mesías, como el Salvador, el Cristo. En Él nos salvamos. Él nos salva de la muerte, del peso de la Cruz.
Hasta Jesucristo el Mal tenía una expresión enorme, la muerte. La muerte es como una puerta cerrada, en donde nosotros estábamos y no podíamos pasar.
Jesús abre una puerta, rompe el paredón, pasa primero y nos dice “Vengan”. Nosotros seguimos a Jesucristo, Él es el que salva, su Amor nos saca del peso de la muerte y de todo lo que nos aplasta.
La Pascua que estamos celebrando en estos días y hoy Viernes Santo, es un día para poner en esa Cruz todos los males.
Queridas hermanas, queridos hermanos, chicas, chicos. Hoy es un día para poner en la Cruz todos los males, los personales, los familiares, los sociales, los males de Argentina, los males de Carmen de Areco, los males del mundo, de esta parroquia, de la Iglesia.
Jesucristo está cargando en la Cruz todo lo que nos mata. Pongamos todo en manos de Jesús para que sea Él quien nos libere, para que sea Jesús el que nos salve.
También intentemos vivir las propias cruces como las vive Jesús.
Nosotros que lo seguimos a Él, que creemos en Él, que lo reconocemos como el Salvador del mundo, podemos aprender a vivir los propios males de otra manera.
Es lógico que a veces las cruces que vivimos nos resientan y a veces nos hagan violentos. A veces tenemos la idea de que nos salva la venganza, el ataque al otro. Nosotros apostamos a otra cosa.
Al mal, al sufrimiento, al dolor, queremos responderle con más amor, más entrega, más perdón, más misericordia.
Hoy es un día para hacer un pacto de amor con Dios, en el corazón de cada una, de cada uno.
Si nosotros pudiéramos aprender a vivir como vive Jesús su Pasión, podríamos ayudar a que otros les haga más liviana la vida.
Hay una imagen que no toma Juan, pero está en los otros evangelios. Jesús iba cargando con la Cruz y se le hizo tan pasada, y llaman a un hombre Simón de Cirene, que lo ayuda a cargar la cruz. ¡Qué linda imagen! Hasta el mismo Mesías quiso que alguien lo ayudara a cargar la Cruz.
El que quiera seguirme, que cargue con su Cruz y me siga, nos dice Jesús en otro pasaje del Evangelio. ¡Qué lindo poder ayudar a una persona que carga una cruz, una persona enferma, una persona que está pasando un mal momento! La Iglesia tiene que aliviar los dolores.
Chicas, chicos, tienen que vivir un cristianismo lleno de espontaneidad. Aprender un cristianismo que tal vez no han visto en los adultos. ¡Sean valientes, tomen el toro por las astas! Sean cristianas y cristianos capaces de vivir de verdad el Evangelio.
No sólo reclamen que los adultos vivamos el Evangelio coherentemente. Anímense ustedes, a vivirlo de modo coherente en sus vidas. Es importante la coherencia evangélica.
Hoy es un día para vivir la pasión apostando a otra manera de vivir. El Papa Francisco insiste, como una voz profética en medio del desierto, tenemos que construir otro mundo. Este mundo tiene muchas deudas.
Que el Señor crucificado, que es capaz de sostener el peso de tanta maldad, nos ayude a vivir de otra manera, también nos dé fuerzas para ayudarnos unos a otros”.