Seminario Arquidiocesano

NUESTRO SEMINARIO SANTO CURA DE ARS

Breve reseña histórica

A lo largo de su existencia no siempre nuestra diócesis contó con una casa de formación para sus seminaristas. De hecho, hubo que esperar varios años desde la creación de la entonces diócesis de Mercedes en el año 1934 hasta la apertura del Seminario Pío XII en el año 1942. El autor de esta iniciativa fue el entonces Obispo de Mercedes, Mons. Anunciado Serafini. En aquellos años de florecimiento vocacional la diócesis de Mercedes, que ocupaba un extensísimo territorio, llegó a tener tres casas de formación: el Seminario Mayor “Pío XII”; el Seminario Menor, en la localidad de Guanaco, y el Seminario para vocaciones tardías, en la Ciudad de Nueve de Julio. Después del año 1955 comenzó a notarse el declinar de las vocaciones y los esfuerzos formativos se concentraron en el Seminario de Mercedes. La crisis vocacional se hizo más fuerte en la década del 60, por lo cual en el año 1967 el Seminario Pío XII cerró sus puertas.

Hacia fines de la década del 70 comenzó un renacer vocacional, lo que provocó que los grandes Seminarios de Buenos Aires y La Plata se llenaran de vocaciones. Los seminaristas de nuestra diócesis, que por entonces estudiaban en el seminario de La Plata, fueron trasladados parcial y paulatinamente al Seminario de Azul, que había sido reabierto en los inicios de la década del 80. En Azul sólo existía la estructura académica para formar a los futuros Sacerdotes en los primeros años de su desarrollo vocacional, por lo cual los Obispos de Azul, Nueve de Julio y Bahía Blanca de aquellos años se reunieron con Mons. Emilio Ogñenovich, Obispo de Mercedes para pedirle que abriera un seminario de Teología en su Diócesis.

Así nació en la mente de Monseñor Ogñenovich, el proyecto de un nuevo seminario, al que se lo llamó “Santo Cura de Ars”. Surgió en 1983 y tenía por finalidad la formación teológica de los candidatos al sacerdocio, complementando la etapa inicial de los conocimientos filosóficos, impartida en el seminario “Nuestra Señora del Rosario” de Azul, como antes se mencionó.

Los comienzos fueron en una casa de ejercicios espirituales, ubicada en las afueras de Mercedes, conocida como “Villa Anunciación”, acondicionada para tal efecto con gran carencia de medios económicos. Las dificultades estructurales y el crecimiento de los miembros del seminario hicieron comprender al obispo la necesidad de un nuevo edificio y a esto se abocó. En el año 1995 comenzó a funcionar el seminario en las actuales instalaciones de la calle 114 y 13 de Mercedes, edificio contiguo al inicial seminario Pío XII. (Hoy un complejo educativo que reúne desde jardín de infantes hasta diversos profesorados).

A causa de la falta de vocaciones propias y de la disminución en los ingresos de candidatos para las diócesis integrantes del proyecto Azul – Mercedes, el seminario de filosofía de Azul, cerró sus puertas. En Mercedes se abrió el curso inicial, llamado Introductorio (año 1997) y, paulatinamente, la etapa filosófica comenzó a desarrollarse también en el seminario Santo Cura de Ars, quedando así, la totalidad de la formación de los seminaristas en un solo centro formativo.

De manera progresiva fue creciendo el número de candidatos al sacerdocio, haciendo necesaria la ampliación del edificio (que aún no está concluido), ya que en un comienzo se previó para unos cincuenta seminaristas.

En la actualidad

En la actualidad, el Seminario Arquidiocesano Santo Cura de Ars es la casa dónde se forman seminaristas de la Arquidiócesis y de las arquidiócesis de Bahía Blanca y las diócesis de Azul y Nueve de Julio.

El equipo de formadores está integrado, bajo la dirección del arzobispo, Mons. Jorge Eduardo Scheinig, por el Rector: Pbro. Lucas Jerez; director del área académica: Pbro. Lic. Lucas Figueroa; el encargado de la comunidad para el curso introductorio: Pbro. Diego Zacca; el Pbro. Luis Jáuregui, coordinador de pastoral; el Pbro. Daniel Guerra, coordinador de los directores espirituales; Pbro. Pedro Fournau, que se desempeña en el área formativa.

Se suman a este plantel los encargados vocacionales de las diócesis que participan en el proyecto formativo y un conjunto de treinta (30) profesores titulados que cubren las necesidades para la enseñanza de la filosofía y la teología. Por otra parte, en busca de una propuesta al laicado de la arquidiócesis se ha intentado abrir el profesorado de ciencias sagradas con la invitación a aquellos laicos que quieran estudiar en el ámbito del seminario. Esta propuesta significa un cambio en la disposición del sector académico y de la biblioteca. Y en ese camino se va intentando avanzar a través de proyectos académicos y edilicios. (sitio web del Instituto Santo Cura de Ars: http://institutosantocuradears.edu.ar

Por último, la práctica pastoral de fin de semana se realiza de modo gradual, a partir del segundo año de la formación filosófica, en parroquias de la ciudad de Mercedes. A partir del tercer año de filosofía concurren a ciudades cercanas o bien a las diócesis de origen, también comparten experiencias en algunas realidades especiales tales como: santuario de Luján, cárcel, hospital, pastoral vocacional y pastoral universitaria.

 

Las vocaciones: responsabilidad de todos.

Nos dice el Papa Benedicto XVI en un mensaje con motivo de la jornada mundial de oración por las vocaciones: “La capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de la Iglesia local”[1].

El Señor no nos ha dejado solos. El está vivo y presente en su Iglesia y de entre sus miembros elige a algunos hombres para que lo hagan presente con sus vidas, con la transmisión de la Palabra y la celebración de los Sacramentos y, así, todo el pueblo de Dios se sirva de la mesa abundante de los dones de Dios.

Estos hombres son los sacerdotes y es responsabilidad de toda la comunidad orar y trabajar para que surjan vocaciones consagradas totalmente a entregar el amor de Cristo a los demás.

¿Qué podemos hacer?

Todos tenemos el grato deber de cuidar las vocaciones, orando por ellas, para que perseveren y sean fieles, para que muchos otros también escuchen la llamada. Y esos otros pueden ser de nuestra comunidad parroquial, del grupo de jóvenes, del colegio, de tu familia… ¿Me animo a rezar para que alguien de mi familia sea sacerdote? San Juan Bosco decía: “el mejor regalo de Dios para una familia es darle un hijo sacerdote”. El sacerdote no se pierde, como si fuese una planta que se va secando, sino que se abre a un amor que es el amor de Dios, es universal, es para todos y así, todos formarán parte de tu familia, de su familia. Cuidar las vocaciones es también estar cercanos a los sacerdotes y seminaristas, es apoyarlos en la misión encomendada y también fraternalmente corregirlos cuando es necesario. El sacerdote es un fiel más, es un miembro del Pueblo de Dios, un cristiano, así no está por encima de nadie. También por la llamada del Señor, lo hace presente de manera sacramental como Buen Pastor, que tendrá que guiar, según el corazón de Cristo, a la comunidad.

Cuando leas estas palabras, eleva una oración por los seminaristas y sacerdotes y pregúntate si estás haciendo lo posible para que surjan más respuestas a los llamados por el Maestro.

7 PASOS PARA DISCERNIR LA VOCACIÓN

 


[1] Benedicto XVI, mensaje para la jornada mundial de oración por las vocaciones “Proponer las vocaciones en la Iglesia local”, Vaticano 15 de noviembre de 2010.