El Arzobispo de Mercedes Luján, +Jorge Eduardo Scheinig estuvo presente este fin de semana del 26 y 27 de junio en la ciudad de Marcos Paz, para acompañar a la comunidad y rezar especialmente por los enfermos y fallecidos de covid y sus familiares en dicha ciudad.
Este sábado 26 de junio, por la tarde, el Padre Obispo +Jorge Eduardo presidió la Eucaristía en en la Capilla Medalla Milagrosa del Barrio Los Aromos, junto a los sacerdotes de la ciudad y a los vecinos del barrio que con gran alegría participaron de la Misa, donde además el Arzobispo celebró un bautismo de una niña de la comunidad.
El domingo 27, el Padre Obispo Jorge presidió la Eucaristía en la Parroquia Santuario San Marcos Evangelista, junto a los sacerdotes Pbro. Federico Lazarte y el Pbro. Federico Telles y a la comunidad, con especial intención por los enfermos y fallecidos de Covid en Marcos Paz.
El texto que compartimos es una transcripción de algunos fragmentos de la homilía de nuestro Padre Obispo Jorge Eduardo.
“Una de las características que tenemos los seres humanos es que somos limitados. Somos limitados para movernos, para entender, para ver, para oír.
Y tal vez el límite más fuerte que tenemos es la muerte, que es como una especie de paredón que se nos pone delante de la vida. La muerte es el rostro más fuerte de nuestra condición humana limitada, que también tiene muchos otros rostros.
El rostro más evidente es la muerte física, cuando nos toca partir, o cuando tenemos que despedir a una persona que amamos.
Pero también hay muchos otros rostros de la muerte, se puede estar muerto en vida. Y uno conoce muchas personas que están como muertas en vida.
La pandemia en el mundo puso de manifiesto el rostro fuerte de la muerte física, pero también la pobreza humana. Que una persona tenga hambre en un país como el nuestro, no tener trabajo, perderlo o no poder conseguirlo, o no poder, con el esfuerzo propio, llevar el pan a la casa, hace que esas personas experimenten en su interior una muerte muy fuerte, y además, esas situaciones, ¡cuánto rompen la vida familiar!
Pero también entre nosotros hay maneras de poner de manifiesto los límites del otro; cuánta discriminación, que es una forma de matar al otro, de excluirlo. Somos limitados y morimos.
Pero aquí hay una posibilidad extraordinaria para los seres humanos, porque la respuesta que encontremos a la muerte y al límite, nos ayudará a encarar la vida de una manera distinta.
La fe para nosotros es fundamental. La fe nos ayuda a tratar de sacar el velo, y nos descubre otra manera de entender la muerte y el límite y por lo tanto, de entender la vida.
Si uno tiene una fe llena de dudas, el velo queda todavía demasiado puesto sobre nosotros y no veremos.
Pero si uno tiene una fe viva, que experimenta desde el corazón, tal vez tengamos dudas, pero empezaremos a ver, a descubrir, a entender.
Y esto es lo que dice la Primera Lectura, con toda claridad “Dios no hizo la muerte”.
Muchas veces el velo que tenemos nos hace dudar ¿es verdad que Dios no hizo la muerte? Pero el sabio lo dice con toda claridad, “la muerte no la hizo Dios, es parte de nuestra condición humana, de nuestro límite”. Nuestra vida física es limitada.
Aquí tenemos que hacer una opción que cambia la vida. ¿Creemos o no creemos?
Porque si yo pienso que Dios hizo la muerte, esto que estamos celebrando o lo que hacemos en la fe, no es más que una especie de pastilla que nos tranquiliza un poquito, pero no nos da la respuesta.
Si yo creo en Dios, que es Amor y Misericordia, y que está a favor nuestro, el Dios de la Vida que me ama, no pudo haber hecho la muerte.
El evangelio de Marcos, nos muestra cómo Jesús enfrenta todos los rostros de la muerte, porque Dios no quiere nuestra muerte.
Esta mujer del evangelio con hemorragias, que había hecho de todo, pero no terminaba de sanarse, no es una mujer que padece sólo una enfermedad física. Para aquella época la sangre era todo un signo.
Una mujer con hemorragias, además de tener una enfermedad seria, era una mujer impura. Además no podía tener hijos y esto significaba un estigma. Y por lo tanto causa de discriminación, de burlas en la sociedad. También al perder sangre, era una mujer impura para Dios.
Esta mujer cargaba con una enfermedad física, que en aquella época además la entendían como una enfermedad espiritual y moral, con lo cual quedaba afuera de Dios y afuera de la sociedad.
Y estando desesperada va a encontrarse con Jesús, y lo toca con fe. Todos tocaban a Jesús, pero esta mujer lo tocó distinto, tanto que Jesús se da cuenta. Y ella, con mucha vergüenza, acostumbrada a ser última, se acerca y tímidamente le dice que es quien lo había tocado. Y Jesús le da una respuesta que me parece muy importante que nos guardemos en el corazón. “Mujer, tu fe te ha salvado”.
La mujer es sanada de su enfermedad, pero además es salvada. Jesús enfrenta todos los rostros de la muerte y entonces salvar a esta mujer es devolverle vida, habilitarla para Dios, para los demás, darle dignidad, plenitud humana. Una mujer muerte en vida, puede descubrir en Jesucristo la novedad de ser una mujer plena, llena de vida.
Jesús sigue camino hacia la casa de Jairo y le dicen que su hijita de 12 años está muerta. Jesús le dice a Jairo, “No temas, basta que creas”. En ese clima de velorio, ellos no se dan cuenta que están frente a Alguien que puede dar una respuesta distinta a la muerte.
Jesús se acerca y dice estas palabras que el evangelio conserva en su idioma original: “Talitá Kum” “Niña, yo te lo ordeno, Levantate”.
Dios ordena la vida, no la muerte. Es un preludio de lo que le va a pasar a Jesús, muerto y resucitado.
¿Que es la Pascua de Jesús?.
A la pared enorme que es la muerte, Jesús le hace una puerta. Pasa él y pasamos nosotros. Dios no hizo la muerte. Dios nos quiere vivos y no quiere muerte eterna.
Más temprano, más tarde, por ancianidad, por enfermedad, por accidente todos vamos a morir. Pero el Señor quiere que ya desde ahora tengamos vida y al final nos regala esa puerta para una Vida en abundancia.
Hoy domingo celebro con ustedes la Eucaristía y me solidarizo con los enfermos y fallecidos, que son amados por ustedes, y por tantas otras personas.
Quiero decirles con toda humildad, pero también con toda fuerza: Crean en Dios, crean en Jesucristo, anímense a creer en Él. El Señor es nuestra respuesta a la muerte, a todo tipo de muerte. Estamos invitados a que nuestra respuesta sea la fe. ¿Qué es la fe? Agarrarnos de la mano de Jesús y confiar en Él.
Jesús nos propone caminar esta vida confiando en Dios. Él es la respuesta al limite de nuestra vida, es la respuesta a la muerte.
La fe una opción personal pero también es una opción de caminar juntos, vamos en la misma barca, juntos hacemos nuestra profesión de fe, nos ayudamos a sostener la vida en la fe, en las manos de Jesús, con todo que significa vivir en este tiempos.
Con todas nuestras luchas, personales, sociales, con todos los desafíos nosotros decimos: Creo, Creemos, nos agarramos de la mano de Jesús