El Arzobispo de Mercedes Luján, +Jorge Eduardo Scheinig presidió la celebración de la Santa Misa de Acción de Gracias por el Centenario de la Iglesia Catedral Metropolitana Basílica “Nuestra Señora de las Mercedes”, este domingo 18 de abril.
La celebración eucarística, fue concelebrada por los Vicarios Generales, el párroco de la Catedral Pbro. Juan Carlos Bouzou, el Vicario Parroquial Pbro. Diego Zacca y algunos sacerdotes de la ciudad.
Representantes de las distintas comunidades parroquiales se hicieron presentes en el momento de la Liturgia de la Palabra y la Oración de los fieles, y alumnos del Colegio Parroquial, acercaron, en el momento de las ofrendas, los trabajos realizados.
Compartimos algunos fragmentos de la homilía de nuestro padre obispo +Jorge Eduardo durante la celebración de la Santa Misa. (la homilía completa se encuentra disponible en nuestro canal de Youtube: Arquidiócesis Mercedes Luján)
Durante su homilía el Arzobispo recordó que durante el tiempo pascual, la Iglesia nos invita a hacer memoria de los textos fundantes de nuestra fe y de los encuentros que los discípulos tuvieron con Jesucristo Vivo.
“Cristo está Vivo. Y esto produce en esas personas algo tal, que ellos y esas comunidades cristianas se lanzan a decir ¡Está vivo! en toda circunstancia, en toda situación, sin miedo, incluso a la muerte”.
“El cristianismo generó una novedad. No es una doctrina abstracta, sino una experiencia vital. Me identifico con un Dios que está vivo, que está de mi lado. No está en contra mío, no me castiga. Es Amor, Misericordia, es el Padre de Jesucristo. Ese es nuestro Dios, el Dios de la historia, que busca el bien, nuestro bien.”
“Lo discípulos dieron testimonio con su vida de esta experiencia fundamental y así lo hemos recibido nosotros.
“Con nosotros también hubo personas que nos dieron testimonio y se nos hicieron creíbles. Habrá sido papá, mamá, la abuela. Con asombro, temor, con dudas. Habrá sido un catequista, un sacerdote, una persona sencilla y de fe, que me habló con su vida de tal manera que me conmovió y me hizo hacerme cristiana, cristiano, seguidor de Jesucristo a lo largo de la vida. No hay otra manera de ser cristiano que no sea a través del testimonio de hermanas y hermanos.”
“También hay anti testimonios. Nos hacen dudar personas que dicen creer, pero solamente lo dicen, no lo viven. Y eso en la Iglesia es un replanteo y una conversión constante.”
Luego, el Arzobispo recordó a tanta gente que a lo largo de estos 100 años ha nacido a la vida de la gracia a través de los sacramentos, a aquellos que en la intimidad de la oración, han rezado mano a mano con Dios y con la Virgen, e invitó a hacer memoria agradecida por tanto de lo vivido, juntos y en comunidad.
“Qué importante es un lugar sagrado en una ciudad, en un pueblo. Esta comunidad es testigo del crecimiento de la identidad de una ciudad. También aquí en este lugar hay un camino en donde va creciendo la identidad de lo que soy, de lo que somos.
“Este es un lugar de vida. Es un signo en medio de la ciudad de que Dios está vivo. ¡Cuánta oración por la ciudad, por el pueblo, cuánta oración por la patria!”
En otro momento de la homilía, el Arzobispo recordó que la Catedral es la cátedra del obispo y al Papa Francisco que en noviembre de 2019, ha querido que esta Arquidiócesis de Mercedes Luján sea cabeza de una provincia Eclesiástica. Y agradeció los saludos de los obispos de las diócesis sufragáneas de 9 de Julio, Merlo Moreno y Zárate- Campana.
Finalmente el Arzobispo compartió su sueño para nuestra Iglesia
“Sueño una Iglesia presidida en la caridad. No hay otra manera de presidir la Iglesia si no es en la caridad, en el Amor”. Esto implica dos cosas.
“Presidirla en el Amor como un servicio a la unidad y a la comunión, y como un servicio a los más frágiles, a los sufrientes, a los más pobres.”
“La comunión y la unidad en la Iglesia es un grito. Queridas hermanas, queridos hermanos. Con una mano en el corazón. Nosotros exigimos comunión, pero a veces, no la vivimos adentro. Hay demasiadas divisiones dentro de la Iglesia. La cátedra del obispo tiene que ser un lugar de comunión en el Evangelio, en el Concilio, con el Episcopado Latinoamericano y el Episcopado Argentino. Y un servicio de comunión al país, a la sociedad mercedina. Este lugar tiene que ser un lugar luminoso para la unidad, para la comunión. Aquí tienen que ser bien recibidos todas y todos. Esta es una casa del pueblo de Dios, de todas las personas. Aquí no se puede dejar a nadie afuera. Dios no solamente nos tiraría de la oreja, sino que sufriría, cuando uno de nuestros hermanos, sobre todo los más pequeños, son dejados afuera”.
“Y lo otro es el servicio a las más frágiles, a los más pobres. El testimonio de la fe hoy es vivir el Evangelio, estar cerca del que sufre. No podemos mirar para otro lado, alejarnos, ser indiferentes. Son tiempos tan difíciles y es tan entendible que cada uno tenga la tentación de salvarse a sí mismo. Es entendible. Estamos muy angustiados, llenos de miedo.”
“No tenemos otra salida, porque está Vivo, porque creemos en el Evangelio, que tender una mano concreta, solidaria, a aquellos que se van quedando al costado del camino”.
“Celebro los 100 años con muchísima alegría y agradecimiento, de corazón.”
Con esta celebración, culminó un fin de semana con varias celebraciones. El pasado viernes 16 de abril, Día propio de la Dedicación de la Iglesia Catedral, participó de la Santa Misa el Seminario Arquidiocesano Santo Cura de Ars.
A las 20:00 hs tuvo lugar la Inauguración de la Muestra «Catedral Basílica. Un Centenario de Historia», en el Museo histórico Dr. Víctor Miguez.
El sábado 17 de abril, luego de la Misa, el Coro Ensamble Ars Pulchra, con la dirección de Marianela Schenone realizaron un Concierto «Ora pro nobis». Voces que invitar a orar.
Todas las celebraciones fueron transmitidas por la página de Facebook de la Catedral de Mercedes y las redes sociales del Arzobispado.
El texto que compartimos es una transcripción textual de la homilía de nuestro padre obispo +Jorge Eduardo.
“Durante el tiempo pascual la Iglesia nos invita a hacer memoria de los textos fundantes de nuestra fe, lo que vivieron los primeros discípulos de Jesús. Recordamos esos hechos que fundan nuestra identidad cristiana: que Jesús fue a la Pasión, lo torturaron, murió, lo sepultaron.
Pero además los textos del Tiempo Pascual nos relatan los encuentros que los discípulos tuvieron con Jesucristo Vivo.
Los cuatro evangelios, a su modo, nos van diciendo lo que significó esta experiencia inédita para el mundo, para la historia. Un muerto está vivo. Uno lo dice rápido, pero esto es un cambio de paradigma. Es un cambio fundamental en el sentido de la vida, de la historia. La muerte no tiene la última palabra. La última palabra la tiene Dios.
Jesucristo murió y no de cualquier manera. Porque a ese muerto, que se identificó con los últimos, Dios lo levantó de la muerte. La muerte no tiene poder sobre el hombre.
Los discípulos nos van contando lo que significó para ellos hacer la experiencia de que Jesús está vivo. No les fue fácil. El texto mismo del Evangelio de Lucas que acabamos de proclamar no es un cuento mítico, una fábula. Nos dice que lo vieron y se llenaron de miedo, de temor. Creyeron que era una fantasma.
Asombro alegría, pero dudas. ¡Qué alegría nos da que estás, pero esto es muy fuerte para digerirlo, para entenderlo!
¡Cristo está Vivo! Y esto produce en esas personas algo tal, que ellos y esas comunidades cristianas se lanzan a decir ¡Está vivo! en toda circunstancia, en toda situación, sin miedo, incluso a la muerte.
Y esto no es una frase dicha, los mataban por creer en Cristo. El imperio no quería competencia de dioses. Los mataban por decir que estaba Vivo, que lo vieron morir pero que está Vivo.
Estos discípulos, como nos decía el evangelista Lucas, no tuvieron miedo de dar testimonio de Jesucristo muerto y resucitado en todo momento, en todo lugar, hasta los confines del mundo conocido.
El cristianismo generó una novedad. No un discurso teórico, abstracto. No es una doctrina abstracta, sino una experiencia vital. Me identifico con un Dios que está vivo, que está de mi lado. No está en contra mío, no me castiga. Es Amor, Misericordia, es el Padre de Jesucristo. Ese es nuestro Dios, el Dios de la historia, que busca el bien, nuestro bien.
Dieron testimonio con su vida de esta experiencia fundamental y así lo hemos recibido nosotros. Con nosotros también hubo personas que nos dieron testimonio, que le creímos. Se nos hicieron creíbles. Habrá sido papá, mamá, la abuela. Con asombro, temor, con dudas. Habrá sido un catequista, un sacerdote, una persona sencilla y de fe, que me habló con su vida de tal manera que me conmovió y me hizo hacerme cristiana, cristiano, seguidor de Jesucristo a lo largo de la vida.
No hay otra manera de ser cristiano que no sea a través del testimonio de hermanas y hermanos.
También hay anti testimonios. Nos hacen dudar personas que dicen creer, pero solamente lo dicen, no lo viven. Y eso en la Iglesia es un replanteo y una conversión constante. Porque tendríamos que ser transparentes para decir que está Vivo, pero no lo somos. Y generamos dudas, miedos. Sino pregúntenle a los jóvenes de hoy. No están viendo en nosotros testigos de la fe. Algo no estamos diciendo bien, algo no estamos haciendo bien. Porque no tenemos un mensaje que vaya en contra de lo que buscan. Buscan vida y nosotros podríamos decirles “Está vivo”. Pero no nos creen. Algo estamos haciendo mal.
En esta dinámica de fe estamos celebrando 100 años de este Templo.
Cuando pensaba esta semana en este acontecimiento, ¡cuánta gente en este lugar nació a la fe, por el Bautismo, por la Primera comunión, por la confirmación! Cuanta gente se casó, se ordenó sacerdote, diácono.
¡Cuanta gente viene acá y en la intimidad con Dios, cuantas cosas pasan adentro de las personas! Un templo no es cualquier lugar. Es un lugar sagrado y la gente lo reconoce así. Uno puede venir distraído, admirado por el edificio, y va entrando en ese ritmo interior, espiritual, donde hay un mano a mano con Dios, con la Virgen.
¡Cuántos mano a mano hubo acá, que nunca tendremos idea! Ni un esposo sabrá cuantas veces vino su esposa acá a rezar por su matrimonio, ni un hijo va a saber cuántas veces vino la mamá a rezar por él. ¡Cuánta vida hay acá, en estas paredes! Vida fuerte, vida linda, de proyectos, de sueños, de promesas a Dios.
¡Qué importante es un lugar sagrado en una ciudad, en un pueblo! Esta comunidad es testigo del crecimiento de la identidad de una ciudad. También aquí en este lugar hay un camino en donde va creciendo la identidad de lo que soy, de lo que somos.
Al celebrar 100 años, les propongo tener una memoria agradecida de tantos testigos, de tanta cosa linda que se dio acá. Este lugar sagrado ha generado vida.
A todos no ha pasado. Es posible que uno vaya a la oración buscando, y no se lleve todo lo que fue a buscar. Pero no sale igual. Es posible que hayamos venido a la oración en silencio, oración sentida, necesitada, en este lugar y no conseguimos todo lo que necesitábamos de Dios. Pero no nos vamos iguales. Algo se nos da acá; paz, fuerza, sentido de la vida, esperanza, alegría, consuelo, todas cosas necesarias para la vida. Este es un lugar de vida.
Es un signo en medio de la ciudad de que Dios está vivo.
Memoria agradecida de tantas personas que en este lugar han encontrado su identidad cristiana, humana, mercedina. ¡Cuánta oración por la ciudad, por el pueblo, cuanta oración por la patria!
Los templos cargan un sentido social, de lo humano. No es indiferente estas paredes de lo que pasa en la historia de la patria. Mercedes es además una ciudad cargada de situaciones y personas de la historia.
Memoria agradecida por tanto de lo vivido aquí, juntos y en comunidad.
La catedral es la cátedra del obispo, del ápostol. Cada Iglesia tiene un apóstol, así desde los comienzos de la fe. Y así sigue siendo hoy. El obispo de Roma, va designado apóstoles para las Iglesias.
La Iglesia de Mercedes Lujan hace tiempo que es Iglesia particular y tiene un obispo. La catedra del obispo, simbólicamente ese asiento, el lugar donde preside el obispo, mis antecesores, ahora yo y los que van a continuar después de mí. La Cátedra es la Iglesia que preside una Iglesia Particular.
Además el Papa Francisco ha querido que esta Arquidiócesis de Mercedes Lujan sea cabeza de una provincia Eclesiástica, por eso el palio. Con las iglesias de 9 de Julio, Merlo Moreno y Zárate campana, cuyos apóstoles obispos mandan muchos saludos, somos una Provincia Eclesiástica.
Yo quisiera decirles lo que sueño, más allá de que puede estar mucho o poco en esta Iglesia. La verdad es que la tarea de un apósto,l de un obispo, no puede ser concebida si no es de manera itinerante. Tengo que caminar, estar, especialmente con aquellos más frágiles y eso no significa abandonar más catedra. Significa darle presencia a mi cátedra.
Sueño una Iglesia presidida en la caridad. No hay otra manera de presidir la Iglesia si no es en la caridad, en el Amor. Dos cosas veo como fundamentales.
Presidirla en el Amor como un servicio a la unidad y a la comunión, y como un servicio a los más frágiles, a los sufrientes, a los más pobres.
La comunión y la unidad en la Iglesia es un grito. Queridas hermanas, queridos hermanos. Con una mano en el corazón. Nosotros exigimos comunión, pero a veces, no la vivimos adentro. Hay demasiadas divisiones dentro de la Iglesia. La cátedra del obispo tiene que ser un lugar de comunión en el Evangelio, en el Concilio, con el Episcopado Latinoamericano y el Episcopado Argentino. Y un servicio de comunión al país, a la sociedad mercedina. Este lugar tiene que ser un lugar luminoso para la unidad, para la comunión. Aquí tienen que ser bien recibidos todas y todos. Esta es una casa del pueblo de Dios, de todas las personas. Aquí no se puede dejar a nadie afuera. Dios no solamente nos tiraría de la oreja, sino que sufriría, cuando uno de nuestros hermanos, sobretodo los más pequeños, son dejados afuera.
Y lo otro es el servicio a las más frágiles, a los más pobres. El testimonio de la fe hoy, vivir el Evangelio, es estar cerca del que sufre. No podemos mirar para otro lado, alejarnos, ser indiferentes. Son tiempos tan difíciles y es tan entendible que cada uno tenga la tentación de salvarse a sí mismo. Es entendible. Estamos muy angustiados, llenos de miedo.
No tenemos otra salida, porque está Vivo, porque creemos en el Evangelio, que tender una mano concreta, solidaria a aquellos que se van quedando al costado del camino.
Celebro los 100 años con muchísima alegría y agradecimiento, de corazón.
Me he insertado en esta Iglesia hace cuatro años como obispo auxiliar y hace poco más de un año como obispo titular, pero veo que es una Iglesia con tanta vida que no puedo dejar de gracias. Gracias a ustedes, a los que no pudieron venir, a los que ya murieron. Gracias. Cuanto para agradecer.
Para adelante los invito a que la Catedral presida a esta Iglesia, conmigo como obispo, como apóstol, en la Caridad, que seamos capaces de vivir una comunión, una unidad fuerte y un servicio grande a los más pobres.»