Compartimos este material preparado por el Equipo de Liturgia de nuestra arquidiócesis. Consiste en un subsidio para celebrar en familia para cada una de las celebraciones y un subsidio con gestos para el hogar dirigidos a jóvenes y niños.
En la Carta de Presentación de estos Aportes para la celebración, el Equipo de Liturgia expresa:
«Dadas las circunstancias actuales motivadas por la pandemia del Covid-19 que imposibilita a los fieles la participación en la liturgia de nuestras iglesias, y haciéndonos eco del valor fundamental que tiene para la vida de nuestro pueblo creyente la celebración de la Pascua de Jesús, desde el Equipo de Liturgia queremos proponerles una serie de iniciativas para que puedan vivir desde su hogares las celebraciones del Domingo de Ramos, Jueves de la Cena del Señor, Viernes Santo y Domingo de Resurrección.
Estas propuestas se ordenan a las ya difundidas iniciativas de transmisión de las celebraciones vía streaming por redes sociales, que gracias a Dios, están ya bastante instaladas en la mayoría de las parroquias de nuestra arquidiócesis.
No obstante esta situación dramática de la humanidad, tenemos la profunda convicción de que el Señor es Vida y que su Vida divina se expande para tocar e iluminar a todos los pueblos y de modo muy diversos. Con su Resurrección, el Señor abre a todos los hombre las puertas de Cielo y, particularmente, a través de la celebración de la Pascua, nos enriquece con su presencia en cada hogar y nos invita a experimentar también su compañía a través de la oración familiar compartiendo su Palabra e iluminando con nuestro testimonio personal de encuentro con él la vida de todos nuestros afectos.»
No obstante esta situación dramática de la humanidad, tenemos la profunda convicción de que el Señor es Vida y que su Vida divina se expande para tocar e iluminar a todos los pueblos y de modo muy diversos. Con su Resurrección, el Señor abre a todos los hombre las puertas de Cielo y, particularmente, a través de la celebración de la Pascua, nos enriquece con su presencia en cada hogar y nos invita a experimentar también su compañía a través de la oración familiar compartiendo su Palabra e iluminando con nuestro testimonio personal de encuentro con él la vida de todos nuestros afectos.»