En el Día de los Santos Inocentes, la comunidad mercedina celebró la Eucaristía para dar gracias por la Vida.

Este miércoles 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, como vienen realizando hace tres años, sacerdotes y diáconos, laicos y laicas de las distintas comunidades parroquiales de la ciudad, se congregaron en la Iglesia Catedral de Mercedes, para celebrar la Eucaristía y dar gracias por el don de la Vida.

Compartimos la homilía proclamada por el P. Hernán López, párroco de San José Obrero, y delegado de la Zona Mercedes en el Consejo Presbiteral.

«Un año más nos reunimos como comunidad de Mercedes porque si hay algo que no podemos omitir es “ser agradecidos”, vivir la gratuidad fraterna. De hecho como sabemos lo hacemos en torno a la Eucaristía que de por sí significa Acción de Gracias y es la Acción de gracias por antonomasia que más nos fraterniza por Él, con Él y en Él.

Es un día como hoy que hace tres años nos empezamos a reunir para celebrar la vida todas las parroquias mercedinas aquí junto a nuestra patrona, “la liberadora de los cautivos”. Y dando gracias en este día de los santos inocentes es donde también pedimos por todos los que en esa condición han sufrido o sufren los flagelos de esta hoy en la historia que vivimos.

El Papa, en Fratelli Tutti, nos pone delante para que tomemos conciencia que “estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. Pero nos alienta a la fraternidad invitándonos a soñar, porque “los sueños se construyen juntos”.

Y es así que juntos, en un mismo bautismo y en una misma fe nos dirigimos a Dios por este año que hemos vivido.

Hacemos oración el dolor de todos los inocentes que padecen el flagelo de la falta de fraternidad: Desde aquellos que no han podido nacer hasta los abuelos que están solos y abandonados a la deriva hasta de sus propias familias, y pasamos por todos los niños que por la vorágine de este hoy casi como que se están criando solos a la deriva; como así también por los adolescentes y jóvenes que han perdido el sentido de la vida, y muchos de ellos están viviendo el flagelo de las drogas!!! Hagamos oración el sufrimiento de cada uno de ellos y de sus familias.

Este hoy necesita de nuestro caminar como Iglesia una evangelización más eficaz y a la altura de estas circunstancias. Toda vida, vegetal, animal y humana pertenecen a las manos de Dios, y todo lo creado está a nuestro cuidado. Es nuestra casa común, en ella somos hermanos. Nos sorprendió la injusticia de la guerra, el dolor de la economía que descarta, la virulencia de querer tener sin importar quien sufre. Es en nuestra patria la que por un lado grita con alegría ser campeones del mundo y por el otro sufre la impotencia diaria de no acompañarnos como hermanos.

En todo este contexto igualmente somos agradecidos, porque desde la Navidad Dios nos da una nueva oportunidad para renacer y hermanarnos más, cuidarnos más unos a otros para poder ser felices como Dios quiere. Miramos la sencillez del pesebre y nos comprometemos a seguir creciendo en la fraternidad tan ansiada por Dios que es el único camino que nos augura una vida feliz, la de unos y la de los otros.

Los sacerdotes y diáconos de la ciudad somos agradecidos por la vida de ustedes, por acompañarnos y por caminar juntos. Les damos las gracias por su cariño, cercanía y comprensión, y nos comprometemos a seguir caminando juntos, en especial en este tiempo de Sínodo, tiempo de gracia y de recomenzar.

Gracias a Dios por la vida y por permitirnos ser hermanos!»