El Padre Obispo Jorge Eduardo presidió la Eucaristía del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, en la ciudad de Marcos Paz, junto a los sacerdotes Pbro. Federico Lazarte y Pbro. Federico Telles y la comunidad de la Parroquia Santuario San Marcos Evangelista.
La celebración comenzó con la bendición de los ramos y la procesión hacia el templo parroquial para la celebración de la Misa.
El texto que compartimos es una transcripción textual de la homilía de nuestro Padre Obispo Jorge Eduardo
“La Pasión, la Cruz, habla de dolor, de sufrimiento, pero también de injusticia. Es un hombre joven, bueno, el que está en la Cruz. No hizo nada malo, un buen hombre, que pasó haciendo el bien
Cuando un joven muere de esta manera, esto nos habla de lo mal que está el mundo y nosotros somos testigos de mucho sufrimiento.
Cuando un chico cae en una adicción que lo lleva a la muerte, es injusto. Es una vida joven.
Cuando una niña adolescente, joven, es secuestrada y vendida, es injusto, genera violencia en el corazón, enojo, bronca.
Cuando un niño de la calle está en soledad, con hambre, con frío, sin familia, sin afecto, es injusto, es una cruz.
Cuando niños mueren en la guerra, en la de Ucrania y en todas las guerras, es cruz, es pasión, y habla de lo mal que estamos.
Y tal vez la tentación frente a la bronca que genera la injusticia es más violencia, más cruz. Es una tentación muy humana que nuestra respuesta a la pasión y al sufrimiento, sea más violencia.
Hoy el Papa Francisco pedía una tregua en Pascua, en Semana Santa para que Rusia y Ucrania vuelvan al diálogo, se genere la paz. Y simultáneamente el primer ministro del Reino Unido, llevaba armas.
Son dos maneras distintas de encarar la vida. Frente a la Pasión y la Cruz, Jesús responde con amor y misericordia. Frente al dolor y la injusticia, la respuesta del Señor es no más violencia, sino más amor, más misericordia, más perdón, más entrega
Jesús va a la Pasión con un corazón lleno de amor y misericordia, que no es resignación. Quiero ser claro en esto.
No es que Jesús baja los brazos, diciendo “esto es lo que me tocó y me lo tengo que aguantar”. No va resignado, va entregado, y esa entrega es lucha, es fuerza, es una apuesta a la vida.
Jesús no va a la Pasión y a la Cruz, dejando que le arrebaten la vida. Él quiere dar su vida para que tengamos vida.
¿Qué mueve a Jesús a semejante entrega, a esta fuerza y a esta manera de luchar la vida?
Hacer la voluntad de su Padre. Jesús ama mucho a Dios, lo reconoce como su Padre y Él es su Hijo. Jesús ama mucho al Padre, y el Padre ama mucho a Jesús.
Su Pasión y la Cruz es hacer la voluntad de su Padre. Jesús nunca sospecha de que el Padre ha querido esto porque lo está castigando por algo. Él cree que la voluntad del Padre es así.
Pero además Jesús quiere hacernos bien. Recién leíamos en la Pasión, que la gente le decía “Sálvate a vos, si salvaste a muchos; sálvate a vos mismo si sos el Mesías, el Hijo de Dios”.
Y Jesús no hace otra cosa que animar, dar vida, perdonar. El diálogo de Jesús con el otro que está crucificado junto con Él, es el diálogo que Jesús tuvo a lo largo de su vida con la gente que más sufría. Es el mismo diálogo que tuvo con la samaritana que era condenada, con el ciego, con el leproso.
Toda la vida, Jesús se pasó haciendo el bien, animando la vida, perdonando, sanando. Es lo que hace Jesús en la Cruz “Hoy estarás conmigo, hoy tu vida cambia para siempre” “Padre, perdónalos”. En la Cruz más misericordia, más amor.
Cuando la tentación podría ser salvarse a uno mismo, o responder con violencia, el Señor responde con más entrega.
Jesús es sostenido en la Cruz con un corazón humilde, generoso.
Nosotros comenzamos la Semana Santa, que no es la misma del año pasado. Esta Semana Santa de este tiempo, de este mundo, de esta Argentina de hoy. Esta Semana Santa es hoy, con nuevos problemas, nuevos desafíos, nuevos sufrimientos, nuevas injusticias.
El mundo sale de la pandemia o tal vez lo podríamos decir con signos de interrogación ¿sale de la pandemia? Pero el mundo entra en guerra, y estamos en una situación económica delicadísima donde muchas personas están en una situación difícil.
En este tiempo, esta comunidad de Marcos Paz, que acaba de recibir a Jesús, con los ramos, con el corazón encendido, ¿a que apuesta?
¿A qué apostamos nosotros los que seguimos a Jesús? ¿Cuál es nuestra elección de vida? ¿Qué elegimos en esta Semana Santa? ¿Cómo elegimos vivir? ¿Qué es lo que tenemos en el corazón para que eso se traduzca en una manera de vivir la vida, hoy, aquí y ahora en esta situación que estamos atravesando?
El Señor nos enseña que la manera de luchar la vida, es más amor y más misericordia. Y salir de toda tentación de la violencia callejera que nos inunda, salir de toda tentación de la violencia verbal, de la violencia familiar, de la violencia entre amigos.
El Señor nos invita a cambiar el mundo, a no resignarnos, no a bajar los brazos.
El Señor no transita la vida diciendo “me tocó esto, me tengo que aguantar lo que me tocó”. El Señor transita la vida, cambiando la vida.
Las invito, queridas hermanas, los invito, queridos hermanos, cada uno, en la situación en que se encuentra, en esta Semana Santa a agarrarse de Jesús y pedirle que nos enseñe y nos ayude a vivir la vida como él la vivió; a que nuestro corazón esté convencido de que esa manera de vivir transforma la vida.
Los invito a que vivamos la Semana Santa abrazados a Jesús, a su Pasión, a su Cruz, a su Muerte y a su Resurrección.
Dios quiera que el mundo en esta Semana Santa reciba la gracia de una forma de vida nueva. Pidámoslo también para nuestro país, para esta comunidad de Marcos Paz, para esta parroquia y para cada uno de nosotros».