Este martes 28 de diciembre, en la Fiesta de los Santos Mártires Inocentes, y en el marco del tiempo litúrgico de la Navidad, los Sacerdotes, Diáconos y Comunidades parroquiales de la ciudad de Mercedes, se unieron en la celebración de la Eucaristía desde la Iglesia Catedral de Mercedes, para dar gracias a Dios por la vida y rezar especialmente por todos los que sufren en este tiempo de la historia.
La Eucaristía fue presidida por el párroco de la Catedral Pbro. Juan Carlos Bouzou, y la homilía proclamada por el párroco de San José Obrero, Pbro. Hernán López.
Compartimos el texto de la homilía
“Queridos hermanos mercedinos, hoy nos unimos como pueblo, como comunidad, para dar gracias a Dios, por esta vida que nos toca vivir y que el Señor nos ha regalado.
En primer lugar, los sacerdotes y diáconos que caminamos con ustedes este tiempo, y en este día de Fiesta, porque hoy sigue siendo Navidad, queremos darle gracias a Dios por la vida de ustedes, por su cercanía y su cariño y pedirle al buen Dios que les conceda todo lo que necesitan para ser felices, y queremos a una sola voz desearles también una Feliz Navidad.
Desde el año pasado hemos querido dejar esta fecha, al caer el año, para unirnos como comunidad mercedina y darle gracias a Dios en esta casa de la Madre que nos preside como ciudad.
«Lo que hemos oído lo anunciamos» escuchamos hoy en la primer lectura que nos relata el apóstol Juan, y también nosotros hoy queremos hacer nuestras esas palabras para compartir lo que hemos oído desde el corazón de Dios.
Y lo que el Corazón de Dios nos deja como certeza en esta Navidad, en la fiesta de la Sagrada Familia, del mártir San Esteban y de los santos Inocentes que hoy celebramos, es la certeza de que Dios es Luz . Luz que es capaz de iluminar toda oscuridad y apagar esa tiniebla que rodea el misterio de la vida.
Tantas cosas oscurecen la vida de cada uno de nosotros, de nuestras familias y de nuestras comunidades que es necesario dejarnos iluminar por este niño Dios que habla de vida, y de vida en abundancia.
Quisiéramos invocar esta luz para cada uno de nosotros, peregrinos mercedinos,
para que esas pequeñas oscuridades que puedan estar en nuestras vidas sean iluminadas por esa luz;
para que las tristezas que nos invaden por la pandemia que cansa y no se va más, sean alegradas por esa luz;
y para que todo lo que invade nuestras calles queriendo oscurecer la vida, sea iluminado y desterrado por esa luz que no solo viene de Dios, sino que se transmite y re ilumina desde cada uno de nosotros cuando abrimos el corazón a Él.
Tan bien y tan buena es la Luz que al referirla al Señor no nos queda más remedio que rendirnos ante tanta luminosidad y darle paso, y tratar cada día de caminar más en esa luz y que es ni más ni menos que caminar en su presencia.
Hoy también la Palabra nos invita a caminar en la LUZ que nos reconcilia con Dios y nos pone en comunión entre nosotros, esa misma luz que sorprendió a los magos y que los condujo a su presencia.
El evangelio de hoy nos regala la figura de San José, a quien hemos dedicado como Iglesia todo el año que pasó, y hoy se nos vuelve a mostrar ese José que escucha la voz de Dios y le obedece. En ese interior, es donde podemos descubrir caminar en la luz del Señor.
Como José, es necesario levantarnos y ponernos en camino para también nosotros ser luz en el caminar de nuestros vecinos, compañeros de trabajo, de estudio, de pileta, en fin compañeros de la vida para ser luz unos de los otros, en especial de aquellos que por un motivo u otro ven muy oscurecidas sus vidas, en especial los marginados, enfermos, ancianos solos, hermanos pobres, privados de libertad, jóvenes bajo el flagelo de las adicciones, vecinos y vecinas que viven en las periferias no geográficas sino existenciales, que, repito, ven y se sienten con la vida oscurecida.
Pueblo de Dios que camina en Mercedes, dejémonos desinstalar como José de la comodidad que nos hace indiferentes a los demás, abramos nuestro corazón, escuchemos la voz de Dios, dejémonos iluminar por Él y comprometámonos a iluminar un poco más las causas que tratan de aliviar la vida de los demás ya sea con una mirada, un abrazo, una ayuda, una actitud.
Damos gracias a Dios por el Don de la vida, porque estamos vivos y podemos comprometernos un poco más los unos con los otros para hacer brillar esta luz de la Navidad.