Estamos invitados a poner las fuerzas personales y comunitarias al servicio de la sanación del mundo.

El Padre Obispo Jorge Eduardo, presidió la Eucaristía en la Parroquia San Cayetano de Chivilcoy, en el marco de la celebración de su fiesta patronal.

La Misa se realizó al aire libre, y fue concelebrada por los Pbros. Lucas Figueroa, Vicario General y Pbro. Lucas Jerez, Rector del Seminario, que en este tiempo acompañan a la comunidad parroquial y el Pbro. Federico Lagoa, párroco de San Pedro.

Durante todo el día, los fieles pudieron acercarse al atrio del templo, donde se encontraba la imagen de San Cayetano, para venerarla y recibir la bendición.

Compartimos algunos fragmentos de la homilía de nuestro Padre Obispo Jorge Eduardo

El Arzobispo en su homilía recordó que la enfermedad del mundo y de nuestra patria tiene muchas expresiones y que la  pandemia pone en evidencia la desigualdad de recursos económicos, culturales, educativos, la desigualdad de oportunidades.-

“No es posible que en un país tan rico como el nuestro tengamos tantos millones de pobres y en esta situación de falta de trabajo real o mal trabajo, que deja a las personas y a las familias en una situación devastadora, que lleva incluso a la ruptura familiar”, manifestó.

“El Papa Francisco, un hombre de fe y de esperanza, insiste en que es posible sanar este mundo enfermo y nos invita a la fraternidad social, a la amistad social. Esta enfermedad es tan grave que para salir de ella, necesitamos  una conciencia de fraternidad, de que estamos juntos en la misma barca”, animó y “también si cambiamos la mentalidad. Hacen falta cambios profundos en nuestros sistemas sociales, políticos, económicos, para sanar este mundo, cambios personales y colectivos”.

Esta expresión de fe, de ustedes, de toda la Argentina, en este día, visitando la imagen, poner este santo bajo el cuidado de la salud, del pan, del trabajo, nos está diciendo que además de todo el esfuerzo que debemos poner, la fe es significativa para la sanación del mundo.

La fe ayuda a sanar, a transformar, a cambiar desde la raíz, por eso necesitamos comunidades con fe viva, no distraídas en cosas que son menores. Una fe fuerte que pueda transformar la situación que estamos viviendo.

En el  evangelio nos dice Jesús: “El pan que Yo les daré es mi carne para la vida del mundo”. En este día en que le pedimos a San Cayetano, salud, pan y trabajo, Jesús nos dice “Yo les quiero dar mi carne, para que el mundo tenga vida”.

Aliméntense de mí, dice Jesús, del Pan consagrado, pero también de la Palabra, de la comunidad cristiana, la fe, la oración, el servicio, la caridad.

La carne de Jesús es para que el mundo tenga vida. Necesitamos alimentarnos de Jesús para la vida cotidiana, para la lucha de todos los días.

Son tiempos tan complejos, que necesitamos una fuerza que nos venga de Dios.

Si nos alimentamos de Jesús, vamos a pensar, sentir, obrar, de otra manera, seremos personas nuevas transformadas.

El desafío que tenemos los cristianos trasciende el límite de una comunidad cristiana, porque es sanar el mundo. Que la fe de ustedes trascienda, porque es tiempo de dar vida, alimentar a muchos, especialmente a los que se sienten sin fuerzas. Estamos invitados a poner las fuerzas personales y comunitarias al servicio de la sanación del mundo.

 

 

Homilía completa disponible ingresando al siguiente link