El Padre Obispo +Jorge Eduardo presidió la Eucaristía este domingo 11 de Julio, en la Parroquia San Cipriano de Gral Las Heras, junto al párroco de la comunidad Pbro. Daniel Bevilacqua y el Pbro. Federico Lazarte, párroco de San Marcos Evangelista de Marcos Paz, con especial intención por los enfermos y fallecidos de Covid de la comunidad
Compartimos algunos fragmentos de la homilía de nuestro padre obispo
“El sueño de Dios es que toda la creación tenga vida en abundancia, especialmente los seres humanos, sus hijos.
A ese sueño se le opone el mal, que tiene muchos rostros: la muerte, la injusticia, la mentira, El Malo, que hace que la persona a través del pecado rompa la amistad con Dios.
Jesús viene para que el sueño de Dios se haga realidad. Para eso predica, da su vida en la Cruz. Y quiere que los que Él llama, sigamos trabajando para que su voluntad se realice en todos los tiempos, en todos los lugares del mundo.
Esa es la misión de los cristianos, de la Iglesia, nuestra misión: que el pueblo tenga vida, que las personas se pongan de pie, que vean, escuchen, hablen, caminen. Ungir con el óleo que da vida, el Espíritu.
No es una misión fácil, no le resultó fácil a Jesús, tampoco lo será para nosotros.
Jesús nos da ciertos criterios para la misión. Cada tiempo y cada lugar tiene sus desafíos. Los desafíos de este tiempo no son los desafíos de hace cincuenta años.
¿Cómo hace una parroquia para hacer lo mismo que hizo Jesús? ¿Es solamente abrir las puertas del templo? Es muy importante venir a misa, celebrar juntos, escuchar la Palabra, comulgar, la catequesis, el trabajo de nuestras Cáritas.
Pero ¿Qué podemos hacer para poner a las personas de pie, para ungirlas con vida? ¿Cómo hacerlo en un colegio?
Lo primero que nos decía el Evangelio, es que es Jesús el que nos convoca. No somos misioneros por un capricho personal, sino que Él nos envía para una misión. Cada cristiana, cada cristiano, cuando es llamado por Dios, es invitado para una misión. Cada uno tenemos una misión, que si no la hacemos, otro no la hace por mí. Nuestra misión es hacer presente la vida de Dios.
Jesús envía a sus apóstoles de dos en dos, para que su testimonio sea creíble, para que su testimonio tenga autoridad. Es un desafío grande ser una Iglesia creíble. No se puede misionar si no tenemos autoridad. La autoridad viene porque somos creíbles, porque vivimos lo que decimos. El tema de los abusos de menores es un cachetazo a la credibilidad, y tardaremos años en recuperarla.
A veces no estamos donde están las situaciones más difíciles. Cuando uno está en la cocina de la vida, poniendo el hombro a las situaciones difíciles, eso da autoridad.
Finalmente Jesús les dice a sus discípulos “Les doy poder sobre el Mal, sobre todo lo que es mal y hace mal a las personas.
Jesús no dice, les doy poder sobre las personas. Y a veces también en nuestra misión hemos maltratado a nuestros hermanos.
No tenemos poder sobre las personas, sino sobre lo que hace mal a las personas, para hacerles bien, para ponerlas pie. Estamos a favor de las personas, y en contra del mal. Nosotros estamos para defender a las personas.
Elegidos por Dios, llamados por Jesús, para dar testimonio creíble y hacer bien a las personas y luchar contra todo lo que les hace mal.
Por ejemplo, una comunidad, como muchas comunidades del conurbano, que han tomado por ejemplo el tema de la droga y se ponen a la lucha, en favor de los chicos y en contra de la droga, es una comunidad que tiene mucha autoridad, porque está metida donde hace falta vida.
Además Jesús les dice que vayan ligeros de equipaje, que anuncien, que se metan en la vida de la gente. ¡Es tan importante la misión! El mundo necesita la Vida de Dios y nosotros somos instrumentos para llevar su Vida con simpleza, con sencillez, con alegría
El papa Francisco nos invita a ser Iglesia en salida: “Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dénles ustedes de comer!» (Mc 6,37). Evangelii Gaudium Nº 49
Los invito sin miedo a que tomen el guante de la misión, en sus casas, en el vecindario. Cada uno de nosotros tenemos una misión, que si no la hacemos, otro no la hace por mí; así como otros lo han hecho con nosotros. Dios tiene reservado para nosotros el lugar oportuno, el momento oportuno, no lo perdamos”
La Eucaristía se trasmitió por nuestros canales digitales habituales.
Homilía completa disponible en nuestro canal en Youtube: Arquidiocesis Mercedes Luján