El Arzobispo Metropolitano de Mercedes Luján, presidió la Eucaristía este martes 29 de Junio en la Parroquia San Pedro Apóstol de la ciudad de Chivilcoy, en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y en el día especialmente dedicado a rezar por el Papa Francisco.
Además en este día, la comunidad parroquial celebró su fiesta patronal.
Concelebraron la Eucaristía el Pbro. Federico Lagoa, párroco de la comunidad, y los sacerdotes de la ciudad y diáconos permanentes de la ciudad y algunos seminaristas que realizan su pastoral en Chivilcoy.
Los fieles pudieron participar presencialmente respetando el aforo de treinta por ciento y la celebración de la Eucaristía también se transmitió en vivo a través de nuestros canales digitales habituales.
Durante la homilía el Padre Obispo Jorge Eduardo, recordó que “Jesucristo nos va ayudando a descubrir el sentido de lo que somos. Nosotros nos miramos en Jesucristo, él es nuestro espejo. No sólo es nuestro Maestro. Escuchamos sus enseñanzas y, acompañándonos en el camino de la vida, Él nos va diciendo qué sentido tiene la propia vida, la propia existencia”.
Sobre el Evangelio que narra la confesión de fe de Pedro, el Arzobispo reflexionó: “Simón, un pescador, un hombre común, cuyo interés estaba en trabajar para vivir, en un momento percibió que Jesús era un hombre particular, y se anima a arriesgar todo y a confesar su fe en Jesús. Vos sos el Mesías, vos nos salvás”.
“Y Jesús le da a Pedro una bienaventuranza particular. Feliz Pedro, porque esta confesión que acabas de hacer es un regalo de Dios. Tu cabeza, tu carne, tu sangre, el conocimiento que tenés de mí, no te alcanza para haber hecho esta confesión. Bienaventurado Pedro porque el Padre está trabajando en tu corazón y vos podés ver más. Me ves a Mí y ves al Mesías”; “voy a edificar mi Iglesia, mi comunidad, mi asamblea, en vos y te prometo Pedro, por esta confesión que haces, porque crees en Mí, que la muerte no va a ganarle a esta comunidad que voy a edificar sobre tus espaldas”.
“Hoy celebramos que Jesucristo es el Señor y que nos ha llamado a todos nosotros para ser su comunidad de fe. Somos su comunidad de fe. Somos su iglesia, su comunidad creyente. Celebramos que Jesucristo es el Mesías y nosotros creemos en él y damos testimonio de él.
Por eso, queridas hermanas, queridos hermanos, no sé cuánto somos conscientes de lo que significa una comunidad cristiana en una ciudad, si tomamos dimensión de lo que significa decir que Jesucristo es el Mesías hoy aquí”.
“Una comunidad creyente, en un tiempo de pandemia, con enfermos, con muertos, con dificultades económicas como las que tenemos, con dificultades sociales gravísimas, con un país dividido, enfrentado, con situaciones de dolor, de tristeza profunda, con cincuenta por ciento de pobreza, tiene mucho para decir, mucho para aportar y para testimoniar; porque creemos que Jesucristo es el Salvador y podemos vivir este tiempo con esperanza, con solidaridad, con caridad”.
“No somos nada distinto a los que no tienen fe, vestimos igual, hablamos igual, comemos, nos enfermamos, no tenemos nada diferente. Lo único que nos diferencia es la fe en Jesucristo. Esa fe en Jesucristo le da a la vida algo que se llama salvación, nada más ni nada menos”.
“Es muy importante, el papel de la Iglesia en este tiempo, – que son ustedes, con sus pastores-. No es tiempo para lamentarse de la Iglesia. La iglesia carga con miserias enormes, que las conocemos, ¿qué podemos decir que cuando sale a la luz el escándalo de la pedofilia?
Nos arrepentiremos por décadas y pediremos perdón al mundo y de tantas otras miserias que nos acompañan, pero para nada es tiempo de encerrarse, no es tiempo para vivir con culpas, para hacer que la iglesia sea guardada, o sea dividida, o sea no tenida en cuenta.
Es tiempo para que la Iglesia – estoy pensando en ustedes – esté presente y dé su testimonio de fe.
Es muy duro en este tiempo de pandemia no poder juntarse, para hacer lo que sabemos hacer, que es cantar, rezar juntos, comulgar, escuchar la Palabra. Una abstinencia muy difícil, pero la hemos sabido sobrellevar, aquí en Chivilcoy con la actitud de los sacerdotes, que han estado, han acompañado, de manera virtual y de manera presente, visitando.
Y tendremos que sortear otras dificultades, pero somos la Iglesia del Señor para dar testimonio de fe”.
El Padre Obispo, recordó que los apóstoles Pedro y Pablo sostienen de tal manera la fe de las comunidades, la fe de la iglesia, que son fundamentales. Son fundamento de la comunidad eclesial.
“Pedro que hoy es Francisco, hasta hace poco su nombre era Benedicto, y antes Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI, estos apóstoles que duran un tiempito, tienen para nosotros un lugar destacado porque son fundamento de nuestra comunión. Sostienen nuestra comunión eclesial.
Tengamos mucho cuidado, queridas hermanas, queridos hermanos, de no caer en la trampa y en la tentación de la división de la comunidad eclesial. Eso nos debilita, nos saca fuerzas para estar donde tenemos que estar.
Tiempos difíciles, tiempo de mayor oración. Entonces los invito mucho a rezar por la comunidad eclesial, por Pedro, por los pastores, por ustedes mismos.
Porque es mucho lo que tenemos que decirle al mundo en este tiempo.
Es mucho lo que podemos decirle al mundo en este tiempo de oscuridad y difícil. Y no tenemos que dejarnos tentar para que nos quiten fuerza o nos lleven al silencio.
Querida comunidad de San Pedro, querida comunidad de Chivilcoy y de la arquidiócesis de Mercedes lujan.
En este día en que el Apóstol Pedro dice a Jesús: “yo creo que Vos sos el salvador” y recibe de Jesús esta bienaventuranza y es constituido como piedra de la Iglesia por su gran fe”, digamos también nosotros que Jesús es el Salvador y dejemos que él nos diga que nos pone en este mundo para ser sal y luz, y animémonos a tomar este desafío”
Homilía completa en el siguiente link