Domingo de Ramos. Inicio del Equipo Sacerdotal de la Parroquia Medalla Milagrosa de Gral. Rodríguez e Inmaculada Concepción de Las Malvinas

El sábado 27 de marzo, el Arzobispo de Mercedes Luján, +Jorge Eduardo Scheinig presidió la Eucaristía en las vísperas del Domingo de Ramos, en la Parroquia Inmaculada Concepción de Las Malvinas, dando inicio a las celebraciones de la Semana Santa.

Fue acompañado en dicha celebración eucarística por los Vicarios Generales de la arquidiócesis, Pbro. Lucas Figueroa y Daniel Guerra,  y por los sacerdotes Pbros. Alejandro Trobo, Franco Carreras, y Pablo Ríssola que inician su ministerio pastoral como Equipo Sacerdotal de las Parroquias Medalla Milagrosa de General Rodriguez e Inmaculada Concepción de Las Malvinas.

Rezamos por los Padres Alejandro, Franco y Pablo y sus comunidades.

El domingo 28 de marzo, por la mañana, el Arzobispo +Jorge Eduardo presidió la Eucaristía del Domingo de Ramos en la Parroquia San Vicente de Paúl de Mercedes.

Durante la homilía, nuestro padre obispo reflexionó: «A veces nosotros tenemos la tentación de pensar que Dios viene a nuestra vida cuando hay alfombras, cuando las cosas están bien. Si las cosas no están bien, Dios espera.»

«El evangelio que acabamos de proclamar nos dice que el Señor viene a esta, nuestra vida concreta, llena de contradicciones, de contrastes. No espera un mundo ordenado para entregar su vida. Entrega su vida a la vida como está, a la vida como viene.»

«Si leemos atentamente toda la Pasión del Evangelio de Marcos, podríamos ver que hay cosas que son de mucha vida, y otras de mucha muerte. El evangelio de Marcos nos hace notar que Jesús entrega su vida.»

«Hay un momento crucial de la vida de Jesús, que comienza con una unción de una mujer, luego una oración muy contemplativa del Señor, pero al mismo tiempo la traición, el abandono de los apóstoles, la Última Cena, el beso de Judas, la gente que lo viene a buscar con palos, y la entrega de Jesús llena de amor; la condena de Pilato, el silencio de Jesús, la tortura y la respuesta del Señor llena de ternura, de misericordia, la Cruz, la muerte agónica, y el centurión que en ese grito del Señor reconoce al Hijo de Dios».

«Cada Semana Santa es la oportunidad que tenemos para abrirnos al amor de Dios. El amor de Dios no depende de nuestra prolijidad. El amor de Dios es una decisión constante de entregar su vida para que nosotros tengamos vida.»

«Toda la Pasión y la Cruz de Jesús, es el amor de Dios que se abaja, que se hace frágil, débil, el último, para decirnos que Dios en su amor es solidario con nosotros.»

«¡Ábranse a esta experiencia profunda del amor de Dios!. Jesús se hace último, se hace frágil, para que ningún último de la tierra se sienta abandonado del amor de Dios. Dios ama con un amor amor infinito a todo ser humano, especialmente al que carga cruces pesadas.»

«Para nosotros los creyentes, el desafío es renovar esta convicción de que Dios es amor y el camino es el de Jesús. Amar, entregar la vida, no despreciar lo frágil de la vida, no despreciar a los que viven situaciones de vulnerabilidad. Al contrario, sentirnos muy respetuosos, llenos de ternura, de delicadeza, de amor, de solidaridad con los  más frágiles, que tienen tantos rostros y que no tenemos que buscarlos lejos, sino que están cerca de nosotros, en un vecino, un familiar, un compañero de trabajo».

«El amor de Dios y el amor nuestro, en lo concreto, en los gestos sencillos, son la apuesta más importante de la sanación del mundo. Además de todos los recaudos médicos  que debemos tomar porque son fundamentales, para ser sanado este mundo necesita de la fuerza del amor de Dios, y del amor que pongamos cada uno de nosotros en en la vida cotidiana.»