El Arzobispo de Mercedes Luján, presidió la Eucaristía en el IV Domingo de Adviento desde el Santuario de Luján, el pasado domingo 20 de diciembre.
El texto que compartimos es una transcripción textual de la homilía
Ya estamos cerquita de la Noche Buena; el jueves Noche Buena, el viernes Navidad y entonces necesitamos prepararnos para celebrar este misterio de nuestra fe. Necesitamos prepararnos lo mejor posible en este contexto en el que estamos, sin poner la excusa de la circunstancia.
Porque es verdad, llegamos cansados a fin de año, un año tan difícil, un cansancio extra,- todos los años ya por ser diciembre uno llega cansado, pero éste tiene una carga de cansancio personal y social muy importante. Todo lo que ha producido y todo lo que está produciendo la pandemia ha generado una forma, una manera de estar que realmente todos lo sentimos.
Hay como una especie de peso colectivo. Todos sentimos ese peso que nos abruma, porque además también las noticias que uno recibe son tan difíciles. Todos tenemos ganas de una pronta salida, pero la verdad que hay tanta confusión en el mundo y en nuestro país, que es difícil.
Pero en estas circunstancias tenemos que prepararnos, tenemos que vivir la Navidad de manera religiosa. Les propongo entonces llegar a la Navidad más religiosamente, y esto ¿qué significa? Significa tener una fe viva, una fe activa, activar la fe. Que la fe que tenemos esté bien viva en esta semana y en esta Navidad.
Todo lo que sabemos de Jesús, todo lo que hemos aprendido de Jesús desde chiquitos, todo lo que hemos vivido este año, ahora tenemos que poner nuestra fe activa, nuestra manera de ver las cosas, nuestra manera de interpretarlas, nuestra manera de sentir, nuestra manera de hacer ese don que Dios nos ha regalado, ese don por el cual todo se ha transformado en nosotros, todo. Miramos la vida pero también vemos más, sentimos más, toda esa fe que tenemos, necesitamos activarla, necesitamos hacerla viva, una fe viva.
Les propongo entonces llegar a la Navidad así, con una fe viva.
La Palabra de Dios hoy nos ayuda a esto porque Lucas es un gran catequista. Nosotros en la Iglesia tenemos muchos manuales muchos libros de catequesis, pero Lucas, los evangelistas, son los grandes catequistas del misterio de la fe. Hoy el evangelista Lucas nos invita a ver dos realidades: el anuncio del ángel y también nos invita a ver la respuesta: el anuncio y la respuesta.
El evangelista Lucas, como catequista, invita a descubrir que ese que viene es el Mesías, el Hijo de David, el Hijo de Dios y todo este texto que hemos proclamado está lleno de significado para el pueblo creyente, para nosotros.
Yo rápidamente digo algunas cosas, pero me detengo en el ángel Gabriel, en la Virgen, en la alegría, en el Hijo de David, en la obra del Espíritu.
El ángel Gabriel ya había aparecido en el Antiguo Testamento y justamente hablándole a un gran profeta, a Daniel, sobre el Mesías. Y el ángel Gabriel le había anunciado a Daniel las primeras profecías del Mesías. Y justamente es el ángel Gabriel el que se le acerca a esta joven virgen como había dicho también el profeta Isaías. Y además cuando venían los tiempos mesiánicos iba a surgir una alegría que es lo primero que le dice el ángel a la Virgen: “Alégrate”. “Este tiempo es el tiempo de la alegría por la presencia de Dios, Dios es el que trae la alegría”.
El ángel Gabriel, la Virgen, la alegría y además esta seguridad de que el que nace tiene asegurada la ascendencia davídica a través de su padre José, el esposo de esta virgen. Y además el ángel le dice que esto va a ser obra del Espíritu, por una intervención divina.
Lucas se esmera para decirnos miren que ese que viene no es cualquiera, presten atención que éste no es un profeta más, no es un hombre más.
Por eso queridas hermanas, queridos hermanos, aquí necesitamos una fe viva, que nos ayude a ver que ´éste que viene no es cualquiera, no es uno más, este es el Hijo de David, éste es el Hijo de Dios, éste es el Mesías que va a instaurar entre nosotros un reinado de Dios distinto, una intervención de Dios distinta. Dios es con nosotros, Dios está con nosotros.
La fe nos invita a descubrir que éste no es cualquiera. La Navidad que tiene mucho de comercial también, lo diríamos así sin queja pero con cierto gusto a tristeza- hace del pesebre como una especie de obra, uso una palabra que delata mi edad, una obra rococó, como demasiada edulcorada ¿no? Entonces uno cree que ese chiquitito, la paja de la cunita y el pesebrito y las lucecitas y entonces por ahí, a veces las imágenes o un pesebre edulcorado, no nos ayudan a descubrir que ese que viene no es uno más. Ese tiene sobre sus espaldas la transformación del mundo.
Pero también está la respuesta de la Virgen. Esta jovencita que lo primero que le pregunta al ángel ¿cómo puede ser esto? Yo no conozco varón, yo soy virgen. No es una duda a lo que le está diciendo el ángel, está asegurando entonces que lo que se engendra en Ella no viene de hombre, no es creatura humana solamente, también es creatura de Dios, creación de Dios.
El Hijo de Dios que se hace carne en el seno de la Virgen y la segunda intervención de María: “Hágase en mí, como es tu palabra Dios, como vos lo tenés pensado Dios, como es tu designio hágase en mí”. Entonces la Virgen está abierta, dispuesta. Es la docilidad y la capacidad de ofrecerse toda ella para que Dios la transforme y en ella haga nuevas todas las cosas.
¿Cómo preparamos entonces la llegada a la Navidad con una fe viva? Como María, creyendo que ese que viene no es cualquiera y tratando de que nuestro corazón se disponga a la novedad de Dios.
El evangelista Lucas sitúa este texto al comienzo de todo, en un momento de la historia y en un lugar, como diciendo esto no es un relato atemporal, se dió en un momento concreto y en un lugar concreto.
Pero es significativo que el lugar donde se da es en Nazaret, no en Jerusalén que era el centro. Es en Nazaret, un pueblito, una aldea no conocida, no figuraba ni en el mapa, una aldea escondida, a una mujercita de pueblo, de aldea, sencilla, humilde.
Parece como que la gran transformación que Dios quiere operar en la historia y en la humanidad ya desde el comienzo es desde adentro, desde lo profundo, desde lo escondido. La fe nos ayuda a prepararnos ahí en lo profundo, en lo escondido y uno creería que las grandes transformaciones comienzan adentro. La fe nos ayuda a empezar transformaciones en silencio, diríamos humildemente pero bien adentro. No es una fachada, no es una cosmética la transformación que nos ofrece la fe.
Cuando Dios viene transforma desde adentro, desde Nazaret, desde nuestro Nazaret. Nosotros también tenemos lugares que son aldeas, en nosotros mismos, y también en nosotros se esconde la virginidad, la pureza, la simplicidad. Y por eso siempre cuando Dios viene, esto que le dice el Ángel a la Virgen: “Recordá que lo que para ustedes no es posible, sí es posible para Dios”.
Mucho de nuestra vida se hace imposible cambiarlo, transformarlo, pero a Dios no le es imposible nacer en Nazaret, en el seno de una virgen. Para Dios no le es imposible transformar las cosas.
Entonces llegamos a la Navidad cansados y con una sensación de impotencia generalizada. Pero para Dios no le es imposible cambiar las cosas.
Entonces puede hacer una transformación profunda en un corazón violento. Hay personas que tienen una carga de violencia enorme, que no alcanzan la paz, la convivencia pacífica. Que tienen violencia en las palabras, en los gestos; tal vez convivís con una persona violenta y no es fácil, es imposible vivir con una persona violenta y sin embargo nosotros aunque esto parezca utópico, creemos que la intervención de Dios es capaz de cambiar la violencia en paz.
Y por eso la Navidad se nos llena de esperanza y por ahí hay corazones que son avaros. Hay personas que son ricas en bienes materiales, tienen muchos bienes materiales, pero cargan el corazón de la avaricia, son personas inseguras, con miedo, no tienen ganas de compartir, no les sale la solidaridad, le es imposible la solidaridad, generar trabajo, compartir sus bienes y muchas veces se dejan estar en formas de pensar, en ideologías, que lejos de llevar a un mundo con más justicia, generan más injusticia. Y sin embargo para los creyentes, los que creemos en esta intervención de Dios como nos relata la Palabra, Dios es capaz de cambiar un corazón avaro. Dios es capaz de hacer el milagro de la generosidad y del compartir en un corazón que se cierra.
En estos tiempos para nosotros es un desafío en la Argentina que se legisle a favor de dos vidas, no de una sola y entonces uno ve que hay corazones, hay conciencias que se cierran, y pareciera imposible, a veces, un dialogo fecundo. Pareciera imposible a veces y hasta cuesta creer, por lo menos a nosotros desde nuestra visión, nos cuesta creer que alguien niegue la vida cuando la ciencia dice que ya es vida. Que alguien la niegue y se escuchen argumentos que en definitiva a veces parece que lo único que hicieran es tratar de hacer más sencilla una ley de muerte, justificar una ley de muerte.
Pero nosotros creemos con una fe viva que Dios es capaz de transformar los corazones y las conciencias con argumentos nuevos, distintos, tal vez desconocidos, porque ciertamente a veces la ideología, a veces las presiones mediáticas, a veces las presiones económicas, las presiones internaciones, no dejan que entre en la conciencia la novedad.
Pero es Navidad y ¿qué significa que es Navidad? Que el que se hace hombre es el Hijo de Dios, el Mesías y por eso son tiempos de alegría.
Queridas hermanas, queridos hermanos, cristianos que tenemos fe, no podemos llegar a la Navidad, aún en las circunstancias difíciles sin la alegría. Seria negar que el que viene es el Mesías. Aún en las luchas cotidianas, la violencia, la avaricia o la injusticia de leyes injustas, estamos llamados a descubrir que el Señor es el que viene a trasformar.
Asi que los invito a llegar a la Navidad de manera religiosa, ¿qué es de manera religiosa? Preparemos el arbolito, preparemos el pesebre, pero eso no alcanza.
Llegar de manera religiosa, nos dice el evangelista Lucas, es mirar todo de otra manera, eso es lo que nos regala la fe. Te invito entonces a esto, a llegar a la Navidad con fe, no enfríes la fe. Todo lo que sabes de Jesús, todas las experiencias que tenés de Jesús ahora actívalas. En esta semana, en este fin de año activa la fe que Dios te ha regalado a lo largo de tu vida, no la dejes dormir, no dejes que nadie te la arrebate. Que la fuerza a veces de lo mediático, de las circunstancias, no funcionen como un velo que no te permite ver que Dios viene, siempre está viniendo, es el Mesías.
Entonces alégrate, alegrémonos. Son tiempos de salvación