En el marco de las celebraciones por el centenario del nacimiento del Cardenal Eduardo Francisco Pironio, el Arzobispo de Mercedes Luján, + Jorge Eduardo Scheinig presidió la Eucaristía este jueves 3 de diciembre a las 19:00 hs en el Santuario Basílica de Nuestra Señora de Luján, donde descansan los restos del Siervo de Dios..
Concelebró la Eucaristía Monseñor Jorge Gónzalez, obispo auxiliar de La Plata
Al comenzar la santa Misa, refiriéndose al Cardenal Pironio, nuestro padre obispo manifestó : “Queremos dar gracias por este hijo de Dios, este hijo de la Virgen de Luján, compatriota nuestro, siervo de Dios, en el centenario de su nacimiento, uniéndonos a todas las celebraciones que desde temprano se vienen realizando en la Iglesia de Mar del Plata, en este Santuario de Luján, y especialmente a la diócesis de 9 de Julio, que celebrará la misa en su casa natal a las 20:00 hs.
Queremos tener una memoria agradecida por la vida de este hombre bueno, sacerdote bueno, buen pastor, dando gracias por su vida y rezando especialmente por su pronta beatificación”
Durante la homilía, el Arzobispo recorrió la vida del Cardenal, recordando que nació en un tiempo particular, porque también tenía una misión particular.
Compartimos algunos fragmentos extraídos de la homilía de nuestro padre obispo
“El Señor lo llamó en este tiempo, justamente cuando el Espíritu de Dios iba pergeñando en el corazón de muchos, un acontecimiento que en la Iglesia fue un kairós, fue algo que superó la historia de los hombres, el Concilio Vaticano II. Ha sido un acontecimiento fundamental para la Iglesia en la década del 60 pero lo sigue siendo hoy. En el Concilio, el Espíritu de Dios y los padres conciliares fueron haciendo algo novedoso en la Iglesia, y puso a la Iglesia en un diálogo con el mundo”
«Muchas cosas podríamos decir del Cardenal, pero me parece oportuno decir que fue un hombre comprometido con el Concilio, con la renovación de la Iglesia y mucho con Pablo VI y la Evangelii Nuntiandi. Un hombre que fue penetrado por el Concilio y por este gran Papa Pablo VI y este documento post conciliar que motoriza el Concilio.»
«Todos hemos sido llamados en un tiempo para una misión. El Cardenal fue llamado en este tiempo para ser misionero del Concilio, para motorizar el Concilio, para poner a la Iglesia en sintonía con el Evangelio de Jesús, con el Espíritu. Y esto evidentemente fue para él su gozo y su cruz. Motorizar el concilio, le dio a él y por medio de él, al mundo, una riqueza enorme.»
«Cuando uno lee los diversos escritos a sacerdotes, religiosas, grupos o algunos escritos de más densidad teológica, uno se da cuenta la marca que el Concilio ha puesto en él. Un hombre que se jugó la vida por esa renovación eclesial».
«Uno descubre también esa capacidad que tuvo para ofrecer la vida en silencio y en sufrimiento. Sabemos que esto a él no le costó pocas lágrimas y por eso muchas veces pienso que el Papa Francisco y todo el magisterio del Papa Francisco, que evidentemente es heredero del Concilio Vaticano II, también es heredero de estos hombres que fueron capaces de hacer que ese acontecimiento del Espíritu tuviera vitalidad, en el mundo, en América Latina, en nuestra tierra, en nuestra patria.»
«Si a mí me preguntaran, ¿vale la pena entregar la vida por la Iglesia?. Yo diría Sí, porque la Iglesia es el pueblo de Dios, la esposa de Cristo. Aquí tenemos un hijo de la Iglesia que entregó toda su vida por ella. ¿Valió la pena? Claro que sí. Y nosotros no podemos hacer menos que agradecer esa entrega generosa de su vida»
«En esta basílica están sus restos, está la Virgen y tenemos la gracia de ser testigos de su vida. Y porque amó mucho la Iglesia, amó mucho la Virgen. Y porque amó mucho a la Virgen, amó mucho a la Iglesia. El Concilio Vaticano II esto lo vislumbra con una claridad meridiana. Entre la Iglesia y la Virgen hay una vinculación estrechísima, y esto el Cardenal no solamente lo vió, sino que lo vivió.»
Al final de la Eucaristía se realizó una floral en la tumba del Cardenal