Dios quiere hacer alianza, con vos, conmigo, con todos nosotros, con el mundo

El Arzobispo de Mercedes Lujám, +Jorge Eduardo Scheinig, presidió la Eucaristía en el Domingo XXXII del Tiempo durante el año, desde el Santuario de Luján, este domingo 8 de noviembre.

En dicha eucaristía, también peregrinó virtualmente la colectividad italiana en su 112º Peregrinación Italiana al Santuario y Basílica Nuestra Señora de Luján

El texto que compartimos es una transcripción textual de la homilía

Dentro de unos domingos, dentro de tres domingos concluimos lo que llamamos el año litúrgico y nos vamos a disponer para celebrar la Navidad, preparándonos con el Adviento. Estamos terminando el año litúrgico.

Este año nos hemos dedicado a leer el evangelio de Mateo, el año que viene leeremos Marcos y el otro Lucas. Estamos llegando al final del evangelio de Mateo. Lo que hemos proclamado recién corresponde al capítulo 25, pero tiene que ver con algo que comenzó en el capítulo 24,  y si ustedes tienen ganas vayan a sus Biblias.

Ahí Jesús está en el Templo de Jerusalén, es un templo muy importante, cómo este. Imaginémonos a Jesús acá y un día dice: “Miren, de todo esto, un día no va a quedar nada, se va a caer todo”. Comienza Jesús a hablar del fin, y a los discípulos les llama la atención lo que dice Jesús y le preguntan: ¿Cuáles serán las señales, cuándo será el tiempo? Y Jesús va a hablar de muchas señales, de muchos fenómenos, señales en el cielo, en la tierra, persecución entre las personas, guerras, pestes.

Y Jesús dice, “sin embargo, el fin solamente lo sabe el Padre”.

Entonces ustedes prediquen el Reino  y estén preparados, estén vigilantes, y ayuden a que las personas estén preparadas. Jesús invita a sus discípulos a que en este tiempo difícil, todos estén vigilantes, estén preparados.

Nosotros, los cristianos, creemos que Jesús, en su Pascua, inaugura un nuevo tiempo. Y habrá un final de todo, y ese final de todo, solamente Dios lo sabe.

 Pero ahora, este tiempo hasta que llegue el final de todo, que tal vez es pasado mañana o tal vez dentro de un millón de años, nadie lo sabe, ahora Jesús nos invita a que estemos vigilantes, preparados.

Jesús sabe que la fragilidad del tiempo es grande y que hay muchos signos de fragilidad y los habrá siempre. Entonces cuando la cosa se pone difícil y experimentamos fuerte la fragilidad, porque nos agarra un tsunami, un terremoto, o porque nos agarra una pandemia o entramos en guerra, los seres humanos tendemos a pensar que ahí se acaba todo. Y Jesús nos dice: “No, no es así”. Esos son signos de que la historia es frágil, de que el mundo siempre está crujiendo por H o por B. Eso habla de nuestra condición humana. Pero también es una señal oportuna para darnos cuenta que tenemos que estar preparados, vigilantes al encuentro de Dios.

Y tengan cuidado  porque estos son  tiempos – déjenme que hable así-  en donde hay algunos que se especializan en vender buzones y muchos también en comprarlos. Porque es un tiempo de alta sensibilidad y entonces viene alguien que es un loco, un delirante, con apariencia de religioso, y te dice que se acaba todo, y entonces generan miedo y no generan conversiones profundas. Y Jesús dice: “No les crean”.

Y si no viene un delirante y un loco, te hacen creer que todo está mal, que todo se rompe, que sálvese quien pueda. Es decir, hay muchos que en la fragilidad de la historia, te venden buzones. Tené cuidado. Tené mucho cuidado, porque en esto se nos va la vida y la forma de llevar adelante la vida.

Entonces Jesús nos va a dar una serie de parábolas. Hoy leímos esta parábola de las mujeres que están esperando al esposo con lámparas. Porque la costumbre era que los casamientos se hacían de noche y entonces los cortejos, iban entre las calles con lámparas, las ponían en unas puntas de caña y así iban iluminando el camino.

 Jesús nos dice que había cinco prudentes y cinco necias. Y viene el esposo, pero se hace esperar. Tarda en llegar. Y cuando llega, -estaban todas dormidas -, algunas tienen aceite de repuesto, y otras no. Entonces unas entran al banquete de bodas y otras se quedan afuera. Hay mucho para decir de está parábola.

Pero me interesa decir que Jesús está hablando de una boda y la boda es la alianza de Dios con los hombres. Dios quiere hacer alianza, siempre quiere hacer alianza, con vos, conmigo, con todos nosotros, con el mundo.

Por ahí nos encuentra preparados o no. A veces, podemos nosotros identificarnos en algún momento de la vida, preparados, prudentes y otras veces no, necios.

El Señor nos dice “En este tiempo, después de la Pascua y hasta el final, el mundo y la historia siempre van a estar, con dolores de parto. Entonces, prediquemos la Buena noticia y estemos preparados, porque el Señor viene. Siempre está viniendo a hacer alianza, a entrar en comunión. Estate preparada. Estate preparado. No seas necia, necio, sé prudente.

¿Qué significa ser prudente en este lenguaje bíblico? Porque muchas veces, entendemos la prudencia como una actitud de un compromiso al estilo de “me comprometo, pero depende, una  especie de análisis de la realidad donde uno tiene que estar equidistante. A veces  la prudencia es tomada como una actitud medio fría.

No es esa la prudencia del Evangelio. La prudencia a la que nos invita Jesús es sabiduría de la vida. ¿Cómo estamos preparados para cuando el Señor viene aquí y ahora? ¿Qué es la prudencia? Sabiduría de la vida. Eso que nos decía la primer lectura y que mucha gente sencilla tiene esa sabiduría de la vida. Porque le funciona bien esa integración entre lo que piensa, entre lo que siente. Es una sensibilidad especial, donde el corazón, donde tu interior, ilumina tu conciencia.

Hay algo dentro tuyo que ilumina tu conciencia y entonces te ayuda a obrar con rectitud, a ser una persona ética, moral, una conciencia recta, una sabiduría, un corazón interior, que ilumina de tal manera tu conciencia que sabés cómo obrar en la vida.

Y te das cuenta que es hacer el bien. ¿Quién es una persona preparada? Una persona prudente, sabia. ¿Quién es una persona prudente? Una persona que sabe hacer el bien, que no se distrae.

Una de las cualidades que tiene este tiempo difícil que estamos transitando es que puede atontarnos, confundirnos, desenfocarnos, desubicarnos. Nadie está exento. Entonces perdemos de vista, lo importante, lo esencial. El tiempo que vivimos, la historia, es como que fueran cachetazos, entonces quedamos como abombados.

Son muchas piñas que nos pusieron y uno queda como “drogui”, no sabe cómo obrar. Y muchas veces obra neciamente.

Y Jesús dice: “Despierten, prepárense, vigilen. No se adormezcan. Encuentren la capacidad de obrar bien, que siempre es obrar en el amor.

 Lo esencial de la vida, la sabiduría es cuando tu corazón se llena de amor y lo tenés tan lleno de amor, tan sano de amor, que tu conciencia también es sana. Y si tu conciencia está sana, sabés lo que hay que hacer siempre. Sabés lo que hay que hacer, y vos sabés que esto está bien y esto está mal, lo sabés, por una intuición, por una gracia que Dios te da cuando tu corazón está lleno de amor y está sano.

Al contrario, las personas necias. ¿Cuándo caemos en la necedad, en la insensatez, en un estado medio de locura, cuando caemos? Cuando estamos tomados por la realidad de tal manera, que perdemos de vista lo importante y lo esencial. No sé si alguna vez te pasó, pero cuando uno está aturdido, y hace mil cosas en el día, y alguien te pregunta ¿qué estás haciendo?, en esos estados, nos sale decir: No sé.  No sé. Ese es un signo de que estás en un tiempo de insensatez. No sé, estoy perdido.

Estos tiempos difíciles, que son los tiempos de la historia, porque hoy estamos en esta coyuntura, pero los que cargamos años, sabemos que hubo coyunturas también muy difíciles. Recordemos otros años de nuestra historia argentina.

Es posible un estado de desubicación, un estado de desorientación, que te hace estar en todo, pero estar en nada. Entonces viene el Señor, y vos estás en todo, pero estás en nada.

Estamos en un tiempo, en el que Jesús nos dice: “Estén vigilantes, estén preparados, porque el Señor siempre está viniendo. Ya vendrá al final de los tiempos y al final del propio tiempo. Mientras no venga ese fin, tenemos que estar atentos. ¿Qué significa estar atentos? Ser prudentes, sabios, corazón lleno de amor, conciencia recta.

Si lográs, si logramos esa actitud, es posible que en medio de las dificultades, tu camino cotidiano de la vida sea esperanzado, tengas esperanza. Pero no es mágico esto. Es una actitud interior. No es que la esperanza te viene por un acto de magia, ¡qué bien estoy! O como en esos estados, muchas veces inventados de bienestar. Y como son inventados, duran exactamente un ratito.  Estás bien un ratito.

Si alcanzas un grado de sabiduría como nos propone el Evangelio, les aseguro que podés caminar en esperanza. Esperamos, porque estamos seguros que el Señor siempre viene.

Queridas hermanas, queridos hermanos, los invito a escuchar de corazón al Señor. Pidámosle que nos regale ser prudentes, ser sabios, corazón lleno de amor.