El Arzobispo de Mercedes Luján, +Jorge Eduardo Scheinig presidió la Eucaristía en el Domingo XXVII del Tiempo durante el año, desde el Santuario de Luján el domingo 04 de octubre de 2020.
El texto que compartimos es una transcripción textual de la homilía
En algunos momentos seguramente te preguntás dónde va la historia, qué pasa con la historia humana, con nuestra historia. Y los que tenemos fe nos preguntamos, ¿Dios está en la historia?, ¿cómo está? ¿cómo está presente Dios en la historia? Y nosotros, ¿cómo estamos en la historia? ¿cuál es nuestra responsabilidad, cuál es la responsabilidad de los que toman decisiones, de los dirigentes?¿ La historia es de salvación o es de condenación? ¿Terminará bien o terminará mal? Son preguntas importantes, densas, de no fácil respuesta y uno podría decir, hay tantas interpretaciones tal vez tantas como el cristal con que se mire.
Pero nosotros podemos preguntarle a Jesús como Él ve la historia, que es lo que él piensa de la historia y encontrar en Jesús una pista para poder nosotros también descubrir el sentido de la historia, que también es el sentido de nuestra vida, e incluso la responsabilidad que tenemos en esta historia.
No son preguntas pasajeras, no son preguntas para la teoría, son preguntas para una respuesta vital, existencial. Jesús, nos cuenta el evangelio de Mateo, viene entablando un diálogo fuerte con los ancianos, los sumos sacerdotes, los fariseos.
Y hace tres domingos que venimos escuchando que Jesús usa como metáfora, como comparación una viña. Porque en el Antiguo Testamento, la viña era el símbolo del pueblo, del pueblo de Dios. Y entonces recordás la primer parábola en donde son invitados distintos trabajadores, a distintas horas, pero todos reciben la misma paga, el mismo salario. El domingo pasado, el Padre que envía a sus hijos. Uno obedece aparentemente, pero no, y el otro desobedece, pero después va. Y Jesús dice que nos van a adelantar aquellos que uno cree que están lejos de Dios y tal vez van a ser los primeros en el Reino.
Y hoy sigue con la imagen de la viña. Está hablándole a los dirigentes religiosos del pueblo de Dios, de la historia del pueblo de Dios. Ustedes piensen que la viña en aquellos territorios era algo muy preciado, no eran tierras fáciles para el cultivo. Entonces lo primero que se nos dice es que el dueño se dedica a hacer una linda viña. En la primera lectura todavía le pone más detalle, encontró una lomita, le sacó la piedra, la tierra, eligió cepas de uvas buenas, buscó un pozo de agua, cercó para que los animales no la rompan, puso una torre de vigilancia, es decir, Dios a su pueblo lo trató con máxima delicadeza. Estaba todo dispuesto para que la historia terminara bien, con buenos frutos y sin embargo dio uvas agrias. Isaías dice, estaba todo para que hubiera justicia, equidad, y terminó en injusticia, en violencia.
Entonces Jesús les dice a los fariseos, a los doctores, a los sumos sacerdotes, “este hombre da la viña en alquiler a unos, se la arrienda, y cuando llega la hora de buscar los frutos manda algunos emisarios. A los primeros los matan, a los segundos también, y el dueño dice voy a mandar a mi hijo lo van a respetar, -pero había una ley que decía que si no había herederos, la herencia era para ellos y matan al hijo.
Enseguida se dan cuenta que está hablando Jesús de la historia del pueblo de Israel, de la historia del pueblo de Dios. Dios hizo a su pueblo, mandó profetas, mandó reyes, hizo de todo para que el pueblo diera buenos frutos e incluso terminan matando al Hijo. Entonces Jesús les pregunta ¿qué va a hacer este dueño? Lo lógico, va a matar a estos miserables y les va a dar la viña a otros para que den fruto.
Vieron que el esquema primitivo, primitivísimo que tenemos los seres humanos funciona para explicar las cosas complejas. Tenemos esquemas que son así. “Te portás bien, te premio, te portás mal, te castigo. Yo hago de todo por vos, vos me respondes, yo te respondo; vos me desprecias yo te desprecio, te castigo e incluso si es posible también con venganza” Nosotros tenemos un esquema a veces de entender las cosas, que es así de simple, de simplista y lo aplicamos en la vida, en la vida de relación, pero también en la historia, entonces las guerras, las luchas fratricidas, pueblos que están preparados para dar frutos abundantes, terminan dando uvas agrias, injusticia, inequidad, desigualdad, pobreza.
Y está bien la pregunta de Jesús y ¿qué hace Dios? ¿Se ajusta al esquema nuestro, al esquema humano? Entonces Jesús va a decir algo fundamental para entender la historia, fundamental. Dios no va a entrar en ese esquema nuestro. Dios que ama y que siempre busca la salvación, tiene un amor creativo, distinto, audaz.
¿Qué va a hacer Dios? A esa piedra que se rechazó, la va a poner como piedra angular del edificio. Es una metáfora para decir, “A ese Hijo que terminó muerto en la cruz, ese será el principio de algo nuevo, con un nuevo pueblo, pero el Reino no se detiene, la historia siempre es historia de salvación. El amor de Dios siempre va a salvar, incluso cuando nosotros pisoteemos la viña, cuando nosotros destruyamos. Dios se las va a ingeniar para sacar el bien de nuestro mal.
Es muy importante esta concepción cristiana de la historia, -cristiana quiero decir, esta concepción que tiene Cristo de la historia-. Es muy importante para nosotros los creyentes, descubrir, rumiar, pensar, -en estos momentos en donde la historia se complica, se hace difícil, se oscurece, -recordar que Jesús nos dice que el Padre tiene un amor, que no es un amor de condenación, no es nuestro esquema el que tiene Dios, es otro.
Y por eso en el Hijo, vamos a encontrar la piedra angular del edificio de la historia, de la novedad. Siempre en el Hijo encontramos rescate, vida nueva, salvación.
El Papa Francisco acaba de sacar hoy una encíclica, su tercera.
La primera en 2013 fue una encíclica de la que él mismo dijo que fue escrita a cuatro manos, porque la había hecho Benedicto y él le hizo algunos agregados y entonces la firmó él pero, la había iniciado Benedicto.
En 2015 sacó otra encíclica, Laudato SI, inspirada en Francisco de Asís, y el patriarca ortodoxo Bartolomé que le había hablado de la necesidad de la creación.
Y en este año, ahora, hoy, acaba de sacar otra encíclica que la venía pensando, pero la detuvo por la pandemia, también inspirada en Francisco y en el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb y en el encuentro que tuvieron, donde sacaron un documento sobre la Fraternidad humana.
Y entonces hoy saca una encíclica llamada HERMANOS TODOS. El Papa tiene muchos documentos, cartas, exhortaciones, y cuando un Papa arma una encíclica está ahí un pensamiento más detallado, diríamos más contundente.
En estas dos encíclicas podemos entender muy bien el pensamiento de Francisco.
Francisco asumiendo la responsabilidad en este tiempo de la historia, la responsabilidad de ser Pedro, el Pastor de la Iglesia, el Pastor de la Iglesia Universal, en estos momentos de la historia nos llama la atención sobre la fraternidad humana, sobre el amor.
Entonces hace un documento exquisito sobre lo que es la fraternidad y la amistad social. Es una encíclica social, como otras que ya tiene la Iglesia de la doctrina social, esta es una encíclica social, en donde nos va a invitar a pensar la necesidad de una forma nueva de vincularnos, de relacionarnos.
El tiempo este de pandemia, puso en evidencia nuestras limitaciones, nuestras pobrezas, nuestras oscuridades va a decir en el primer capítulo. Y por eso es necesario generar otra fraternidad, otra amistad social y va a ser muy medular su reflexión, muy sabrosa, muy sustanciosa, muy cuidada, para el mundo, para el planeta.
Los invito entonces a leer toda la encíclica. Léanla de primera mano, anímense, ya en muchas páginas aparece la encíclica. Creo que vale la pena conocer el pensamiento de Francisco directamente.
Ya empezaron a salir, en todos lados, especialmente en Argentina, algunas formas críticas de personas que estoy seguro no leyeron la encíclica, porque salió hoy. Pero ya el mismo título, empezó a ser criticado por una cuestión de género porque se habla de hermanos todos y no de hermanos y hermanas. Y el Papa nombra las encíclicas con las primeras palabras. Y el papa como en Laudato Si usa un texto directo de Francisco de Asís.
Pero inmediatamente cuando comienza su reflexión, Francisco Papa, comienza diciendo “queridos hermanos, queridas hermanas”.
Y ya algunos empezaron a hablar de la encíclica y a parcializarla y a pensar que el mensaje del Papa es para la argentina, y entonces argentinizamos el mensaje que Francisco tiene para el mundo. Empobrecemos el mensaje.
Uno a veces se pregunta, esta gente que critica, que tiene buena pluma, algunos tienen muy buena pluma, ¿leerán al Papa? Porque dicen cosas que el Papa no dice, diciendo que las dice el Papa.
Pero no estoy hablando de comentaristas, estoy hablando de gente de muy buena pluma. Uno tiene la sensación de que entonces hay una intencionalidad.
Por supuesto que el lenguaje del Papa es un lenguaje que asume toda la riqueza de la antropología cristiana y de la doctrina social de la iglesia. El Papa dice directamente “yo hablo desde mis convicciones que son cristianas”, pero lo hago en un lenguaje abierto para sumar al diálogo a todos, a todas.
Es una encíclica exquisita para generar un dialogo, una nueva fraternidad necesaria, en este tiempo en el mundo y también en la Argentina.
Nos haría mucho bien, mucho bien, les aseguro,- les pido por favor que lo hagan-, nos haría mucho bien en este momento de nuestra historia tan particular, descubrir que hay otra manera de entender las cosas, más aireada, más abierta; en donde la fraternidad es posible, donde el amor es creativo y es audaz y entonces rescata la historia y la vida y la historia tiene sentido.
Y no estoy hablando de un optimismo iluso, estoy hablando de una historia de esperanza que es lo propio del Señor Jesucristo cuando nos está diciendo que Dios es capaz de hacer un edificio con la piedra que los constructores rechazan. Esa es una historia de esperanza, entonces el Papa Francisco siente el peso de la historia y la responsabilidad que tiene como Buen Pastor y nos dice el camino es la fraternidad. Una fraternidad que no es homogeneizar las culturas, ni los pensamientos. Una fraternidad que es aceptarnos diferentes.
No sé cómo hacer para entusiasmarlos a que lean directamente la encíclica. No se dejen llevar por los comentarios, yo los que leí la parcializan. Saquen sus propias conclusiones. Leí la encíclica, la estoy leyendo por segunda vez, la voy leyendo desde ayer porque nos la mandaron antes a los obispos y realmente les digo vale la pena hacerlo.
Los invito a pedirle al Señor que nos regale esta gracia de pensar la historia como la historia como la piensa Jesús, como la piensa nuestro Papa Francisco.