El Arzobispo de Mercedes Luján + Jorge Eduardo Scheinig presidió la Eucaristía en la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, desde el Santuario de Luján, el sábado 15 de agosto, en el marco del Año Mariano Nacional, unido especialmente a la Iglesia catamarqueña y a todo el país.
Concelebraron la Eucaristía los sacerdotes del Santuario y la comunidad de la Catedral de San Isidro.
La Eucaristía fue transmitida por Canal Santa María, Canal Provincial TeleRed, las redes sociales del Arzobispado y del Santuario de Luján.
Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María
Luján, 15 de Agosto de 2020
+Jorge Eduardo Scheinig
Arzobispo de Mercedes- Luján.
Donde esta María, hay esperanza. Ese es el lema de este año. “María, Madre del pueblo, esperanza nuestra”. Hoy celebramos que María está en Dios, con Dios.
María es una mujer toda de Dios, desde su concepción, el camino de María es en comunión plena, como ninguna otra creatura. También ahora Ella está en comunión total con Dios, Como su Hijo Resucitado, como su Hijo elevado, María, la primera mujer rescatada.
Hoy la Iglesia celebra a María asunta al cielo, Ella es nuestra esperanza, la esperanza del pueblo.
Hay un sentimiento muy poderoso en nosotros, que muchas veces nos toma, nos invade el alma y el cuerpo: la tristeza. Y hay muchos motivos para la tristeza en estos tiempos. Siempre en nuestra vida hay motivos de tristeza porque somos humanos y la tristeza es un sentimiento característico de nuestra humanidad. En estos tiempos, hay muchas circunstancias que nos llenan de tristeza y nos tiran para abajo.
Pero hay otro sentimiento que también está en nosotros, muy fuerte, más poderoso que la tristeza y cuando está bien arraigado en nuestro corazón ese sentimiento nos pone de pie, nos levanta: la esperanza es un sentimiento que está en el corazón de nosotros y también es parte de nuestra condición humana.
Conviven la tristeza y la esperanza, la tristeza nos tira para abajo, la esperanza nos levanta, nos pone de pie.
Por eso es muy importante que cada uno de nosotros y juntos, cuidemos la esperanza. Hay muchas maneras de hacerlo, celebrar a la Virgen es cuidar nuestra esperanza.
El Evangelio de Lucas que acabamos de proclamar nos relata el encuentro lindísimo de dos mujeres sencillas, con sus hijos, no nacidos todavía. Es un encuentro donde el Espíritu del Señor está presente. Es un encuentro lleno de muchas expresiones de alegría y de esperanza. El hijo de Isabel salta de gozo en su seno. Ahí se da algo del Espíritu. Isabel admirada de su joven prima María le dice “Bendita tú entre todas las mujeres”. Todo el mundo te va a llamar Bendita porque sos creyente María, creíste en Dios”
María explota con ese cántico de alabanza, que es de Ella y de su pueblo, en donde María creatura, no puede hacer más que alabar la presencia de Dios. Es tan fuerte la presencia de Dios en Ella, que dice “Mi alma te alaba, porque estás en mí haciendo maravillas”. Pero también María se da cuenta que Dios está presente en su pueblo, lleno de misericordia. María percibe que se está cumpliendo la alianza de Dios con su pueblo en plenitud.
Es el cántico de una mujer creyente, cree que Dios está en la historia, en Ella, en su pueblo. Cree que Dios es fiel a sus promesas y entonces alaba, se eleva en un cántico lleno de esperanza por la presencia de Dios.
María no es una mujer que espera que las cosas salgan bien. Esa es una esperanza que todos tenemos, pero muchas veces no alcanza para elevar la vida. María espera en Dios, y en eso hay una esperanza que cuando arraiga en nuestro corazón, nos da una fortaleza que no alcanzamos en ninguna otra situación.
Donde está maría, hay esperanza. ¿Dónde crees que esta María? Lo primero que se ocurre, es que Ella está en el corazón de todos nosotros. Es muy fuerte la presencia de María en el corazón de todos nosotros, en nuestro pueblo, en nuestra Argentina. ¡Cuántas imágenes tenemos impresas en nuestro corazón, en lo profundo de nuestro ser! Imágenes como las de Luján, como la del Valle, María está en el corazón nuestro.
Es tan importante esa impresión de María en lo más profundo de nuestro corazón que muchas veces, consciente o inconscientemente, esa presencia nos levanta en momentos particulares de la vida.
Los que participamos de la vida del Santuario como sacerdotes, estamos llenos de confesiones de fe, así como la de Isabel. Mujeres, varones, con profundas experiencias de María.
Pero María también está en el corazón del pueblo, de esta cultura nuestra cristiana; se multiplican las imágenes de María en las casas, en los lugares públicos, en los hospitales, en los trenes, en los autos, en las rutas, en las comisarías, en los talleres. ¡Cómo María se ha metido en las entrañas de nuestro pueblo! Y esa imagen pública de la Virgen también nos ayuda a levantar la esperanza.
María también está en el dolor, con una presencia más silenciosa, en medio de todos los dolores. Estamos llamados no a resistir o resignarnos, sino a pasar la cruz con fe. Por eso también llama la atención el Rosario, esa presencia silenciosa y rezada de María. La imagen del Rosario en las manos de los enfermos, en los difuntos.
En nuestro pueblo María está impresa en el corazón de todos nosotros, no solamente en aquellos que vienen a celebrar cada Eucaristía los domingos. Su presencia no se puede cuantificar y eso nos da mucha alegría y esperanza.
En este día en el que la Iglesia nos enseña que María ya está junto a Dios, lo que algún día viviremos todos nosotros y lo que creemos que nuestras hermanas y hermanos que ya partieron están viviendo, María es como un ancla.
Así también la Palabra de Dios define a la esperanza, como un ancla dice la Carta a los Hebreos, que está fija en Dios y desde allí nos agarramos.
María está firme en Dios y nos agarramos de Ella en todas las circunstancias de la vida para calentar nuestra esperanza.
Que en este día podamos sentir que este camino junto a Dios y a María nos levanta.
“Agarrate de María”, deja que esa imagen que tenés de María en el corazón te ayude a ponerte de pie, con esperanza.
María, madre del Pueblo, esperanza nuestra”