Con motivo del bicentenario de la Independencia recibimos los Obispos una hermosa carta del Papa Francisco que yo desearía comentar con ocasión de esta celebración Patria.
Ante todo, el Papa desea que esta conmemoración nos haga más fuertes en el camino emprendido por nuestros mayores hace 200 años.
En segundo lugar, él quiere estar cerca de los que más sufren y pasa a señalar varias categorías de personas que requieren nuestra atención. Ellos son: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, del comercio humano y explotación de personas, los menores víctimas de abusos y tantos jóvenes que sufren el flagelo de la droga. Todos llevan el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Y afirma el Papa: Estos “son los hijos más llagados de la Patria”.
Después el Papa nos pide amor a la Patria y utiliza una frase atrevida y pintoresca que usamos comúnmente cuando nos referimos a ciertas personas: “este es capaz hasta de vender a la madre”, pero sabemos y sentimos en el corazón que a la madre no se la vende, no se la puede vender, tampoco a la Madre Patria.
Después el Papa alude hacia la Patria Grande, esa que soñaron San Martín y Bolivar. Esta realidad que nos une, en una familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos. Pidamos al Señor para que la anide, la haga fuerte, cada día más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones.
Y la celebración nos invita a mirar hacia adelante. El Papa, como hizo en otras oportunidades, alude a los ancianos y a los jóvenes y les pide ayuda para continuar construyendo nuestra historia.
A los ancianos, que son los “memoriosos” de la historia, les pide que se animen a soñar, sobreponiéndose a la cultura del descarteque se nos impone. Necesitamos de sus sueños que son fuente de inspiración. Y a los jóvenes les pide que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que quedan arrinconados por propuestas carentes de ilusión y de heroísmo.
Finalmente, el Papa, cita la profecía de Joel – al principio del capítulo 3 donde dice: “Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes se animan a profetizar grandes cosas”, sólo entonces la Patria podrá ser libre.
Concluye el Papa diciendo que necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que inspirados en esos mismos sueños, corran hacia adelante con la creatividad de la profecía.
Termina pidiendo al Señor que bendiga nuestra Patria y que la Virgen de Luján, como Madre, nos cuide en nuestro caminar.
Queridos hermanos toda celebración importante es una bisagra don de descubrimos un antes y un después. Vivimos agradecidos por todo lo que de Dios hemos recibido y miramos el futuro con esperanza teniendo la certeza de Jesús: “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”.
Este es el desafío: Construir una Patria de hermanos donde todos experimenten la alegría de sentirse argentinos.
+AGUSTIN RADRIZZANI