PROPONEN EL INICIO DE LAS CAUSAS DE CANONIZACIÓN DEL NEGRO MANUEL Y EL PADRE JORGE MARÍA SALVAIRE
En la Catedral de Buenos Aires
El domingo 8 de mayo, Fiesta de la Virgen de Luján, el Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, presidió la misa de la Ascensión del Señor, donde se anunció formalmente el inicio de las causas de canonización del Negro Manuel († 1686) y del sacerdote vicentino José María Salvaire († 1899), considerados los dos grandes apóstoles y servidores de la Virgen de Luján, Patrona de los argentinos. En razón del lugar del fallecimiento de ambos, la antiguaVilla de Luján, la Arquidiócesis de Mercedes‒Luján será la encargada de iniciar y llevar adelante el proceso canónico ante la Congregación de los Santos.
Participaron de la concelebración eucarística, el Arzobispo de Mercedes‒Luján, monseñor Agustín Radrizzan; el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig; el obispo de San Rafael, monseñor José María Taussig; el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Ares y unos 20 sacerdotes, entre ellos el Provincial de los Vicentinos, P. Gustavo González. Una nutrida concurrencia de fieles se hizo presente en el acto, entre ellos, la Cofradía Caboverdiana, particularmente devota del Negrito Manuel.
En la homilía monseñor Agustín Radrizzani destacó: “Deseo compartir con ustedes una gran alegría para nuestra Arquidiócesis de Mercedes-Luján y para toda la Iglesia en la Argentina. En el contexto del Año Jubilar de la Misericordia, proclamado por el querido Papa Francisco, y en el día de la fiesta de Nuestra Madre de Luján, les anuncio que a partir de este momento damos los primeros pasos canónicos para presentar ante la Congregación de los Santos el pedido de beatificación del Negrito Manuel († 1686) y del sacerdote vicentino Jorge María Salvaire (1847-1899), ambos grandes servidores y apóstoles de la Virgen de Luján, que fallecieron en su Villa, invocándola con conmovedoras palabras de confianza.
El Negro Manuel en la última enfermedad, dijo: “que su Ama, la Virgen, le había revelado que había de morir el viernes, y que el sábado siguiente lo llenaría de gloria”; y el Padre Salvaire, en el último suspiro de su vida exclamó: “Señor, Dios mío, quiero morir amándoos hasta mi último aliento. Virgen Santísima de Luján, Madre mía, perdón si alguna vez os ofendí y si no trabajé bastante en vuestra gloria. ¡Ah! Ella viene a buscarme; me voy a la eternidad”.
Y como murieron en opinión de santidad sus cuerpos descansaron a los pies de su bien amada Imagen de Ntra. Sra. de Luján a la espera de la resurrección final. El Negro detrás del altar Mayor de la capilla colonial de Montalvo; y Salvaire aquí en la Basílica, cuya construcción promovió”.
Al finalizar la misa, los obispos y la numerosa feligresía presente se trasladaron al altar de la Virgen de Luján, donde se hizo el anuncio del pedido de canonización, a cargo de Mons. Juan Guillermo Durán, propulsor de ambas causas. Acto continuo prestaron juramento los postuladores de las mismas y los miembros de las comisiones históricas encargadas de estudiar y valorar las pruebas documentales que demuestren la heroicidad de virtudes y la muerte en santidad.
En la Basílica de Luján
Por la tarde, Monseñor Radrizzani , con el mismo objetivo, presidió una multitudinaria misa para los peregrinos que acudieron al Santuario a honrar a la Virgen de Luján en el día de su fiesta. En esta ocasión afirmó: «Recién estamos en la primera etapa de un largo camino que recorreremos juntos, ofreciendo nuestras oraciones y cuanto podamos hacer para difundir estas nobles y santas causas; y para que ellas prosperen con la dicha de verlos beatos. Confiemos que ese día llegará, si la voluntad del Señor se manifiesta en tal sentido». Y subrayó, “tanto el Negro Manuel como el padre Salvaire fueron manifestación viva del tierno amor a la Virgen de Luján, devorados de un santo celo para procurar su mayor gloria; y sembradores de las obras de misericordia proclamadas por Jesús, como camino seguro para alcanzar el cielo».
La misa de 19 hs., que reunió a la comunidad parroquial lujanense, fue celebrada por Mons. Juan Guillermo Durán, quien, como hizo a la mañana en Catedral de Buenos Aires, procedió a anunciar el inicio de las causas, destacando en esta ocasión el profundo significado que el Negro Manuel y el P. Salvaire revestían para la ciudad de Luján, donde transcurrieron sus abnegadas vidas. Encargándose de referir el mensaje que trasmitían los cuadros que representaban las figuras de quienes son propuestos a la canonización, colocados en el Altar Mayor de la Basílica:
«Comencemos ‒expresó‒ por el del Negrito Manuel, que representa su figura de esclavo proveniente de África, ya entrado en años, mirando confiadamente el cielo, testigo ocular del Milagro, custodio fiel de la Sagrada Imagen, a quien lleva con mucha ternura en su brazo izquierdo, como diciendo “Soy de la Virgen no más”, no tengo otro dueño más que Ella. Después de Dios, Ella es mi Ama y Señora. Y porta en la mano derecha un cirio encendido, signo de la fe cristiana que lo mueve y luz que guía su vida puesta al servicio de la Madre de Dios. Esa es precisamente la luz que quiere comunicar a todos los peregrinos que acuden a venerar la milagrosa Imagen, primero en el paraje del Árbol Solo, estancia de Rosendo Oramas, y después en Luján, cuando doña Ana de Matos y los pobladores de la Villa lo compraron para que sirviera de por vida a la Virgen».
Y a continuación agregó: «El del Padre Salvaire lo representa pocos años antes de morir, en la plenitud de su vida sacerdotal, cuando se desempeñaba como Párroco y Capellán del Santuario de Luján, contemplando hechos realidad sus grandes sueños marianos, que reconocemos como la “Obra Salveriana”: los dos tomos de la Historia de la Virgen de Luján, el Manual del Devoto, la Revista La Perla del Plata, la Imagen coronada de la Virgen de Luján y el proyecto de la majestuosa Basílica. Todo el cuadro respira la presencia de un alma acerada en la práctica de la esclavitud Mariana, al servicio incondicional de la Virgen de Luján, de la cual quedó prendado desde que la contempló por primera vez al visitar el Camarín del antiguo Santuario, en el año 1870».