Estamos viviendo todavía a la luz de Aparecida que nos ha movilizado con el objetivo de la misión continental.
El Papa Francisco retoma el tema en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium que dice: Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús… Miremos a los primeros discípulos quienes inmediatamente después de conocer a Jesús, salían a proclamarlo gozosos: “Hemos encontrado al Mesías” (EG 120)
Esta dimensión que unifica el ser discípulos – misioneros ilumina y da fuerza a los aspectos que nos ofrece la Iglesia en este año 2016.
1.- En primer lugar la familia
Celebramos con la Iglesia universal la alegría del Sínodo de la Familia del 4 al 25 de octubre de 2015. La familia es el lugar del primer anuncio, lugar de transmisión de la fe. Damos gracias a Dios por este don sublime que El nos da donde la Providencia trasmite la fe y donde esta fe vivida se hace misión. Amamos la familia porque sabemos que allí encontramos a Dios y a los hermanos. Allí aprendemos a rezar y a donarnos al prójimo. Allí nos descubrimos servidores de la sociedad donde vivimos.
En el Sínodo, los Padres sinodales nos mostraran la belleza de la familia y nos harán ver que una sociedad que no ama ni respeta la familia es una sociedad que no tiene futuro mientras que una sociedad que cultiva la familia es una sociedad que puede construir un futuro verdadero con tan nobles ideales que hasta llegue a transformar la sociedad y hacer de una sociedad indiferente y enferma, una sociedad con valores donde hay lugar para todos los hermanos: pequeños, grandes, sanos y enfermos, ricos y pobres y nace entre todos una verdadera comunidad. De aquí que reconocemos en la institución familiar una notable fuerza para la misión.
2.- En segundo lugar, la Eucaristía
Celebramos el bicentenario de nuestra Patria en Tucumán del 16 al 19 de junio del año 2016 cuando nos reuniremos todos en torno a Jesús eucaristía.
Esta reunión la celebramos para adorar al Señor, para agradecerle todos los dones con que ha colmado nuestra querida Patria, para pedirle perdón por aquello en que lo hemos ofendido en nuestros hermanos. Finalmente, le decimos de corazón: “Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados, danos tu alivio y fortaleza”
Será este contacto con la Eucaristía lo que transformará nuestro corazón de piedra en un corazón de de carne. Es Él quien nos hace misioneros: “El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respire con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si no lo descubren a El presente en el corazón mismo de la entrega apostólica, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie” (EG 266)
Por eso, también aquí este segundo aspecto, bien vivido, nos hace fervorosos misioneros porque “unidos a Jesús, buscamos lo que El busca, amamos lo que El ama” (EG 267). Algunos hermanos podrán participar del Encuentro en Tucumán y llevarán nuestros deseos, dolores y esperanzas. Otros los acompañaremos desde nuestras comunidades con la oración, el afecto y el recuerdo pidiendo al Padre que esos días de junio sean una fuerte experiencia de fe en Jesús eucaristía y sean fuente de renovada fraternidad.
3.- En tercer lugar la misericordia
Esta maravillosa iniciativa del Papa Francisco tendrá su inicio el 8 de diciembre de este año y se prolongará hasta el 20 de noviembre del año 2016.
En la convocatoria, el Papa nos dice: “Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz… Es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro” (MV 2)
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre y la misericordia ha alcanzado su culmen en El. La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. Y el Santo Padre concluye así esta hermosa carta: Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Jesús en los hechos y en los dichos mostró una gran misericordia hacia los pobres, los excluidos, los enfermos y los sufrientes. El ha mostrado un amor sin límites para con los pecadores.
Somos nosotros, por primero, que experimentaremos este inmenso amor de Dios. Nos sabemos pecadores y alejados del proyecto de Dios pero al mismo tiempo sabemos que El nos ama, nos busca, nos cobija y siempre nos perdona. El haber hecho experiencia de este infinito amor de Dios es el que nos dilata el corazón para ser cobijo para los hermanos que encontramos el camino, en modo especial, a los heridos, marginados, excluidos y despreciados. Esto será, queridos, hermanos, el mejor fruto del año de la misericordia. Sabernos perdonados y ayudar a nuestros hermanos a que hagan esta maravillosa experiencia. Como fruto de esta vivencia Dios nos permitirá experimentar una alegría jamás vivida.
Por tanto, hermanos en este nuevo año que Dios nos da queremos acompañar a las familias que nos son confiadas, le pedimos al Espirito Santo nos regale un apasionado amor a Jesús eucaristía que nos muestre la misericordia del Padre con nuestra fragilidad. La certeza de esta misericordia sin límites que nos ampara es la que nos hace más pacientes, más bondadosos, y más misericordiosos con aquellos que nos rodean.
4. En cuarto lugar las vocaciones
Es nuestro tema prioritario que refleja la vida espiritual de una familia y una comunidad. En familia se cree en Jesús, se reza y se pide por las vocaciones. Una vocación muestra con frecuencia la intensidad de fe y el sentido eclesial de un grupo familiar. Tenemos siempre presente el dicho de Don Bosco: “El mejor regalo que Dios puede hacer a una familia es un hijo sacerdote”. También, el amor a Jesús eucaristía es fuente de vocaciones. Es un amor que se nos dona y nos enseña a darnos. La presencia de Jesús en cada Misa, en la oración personal y en la adoración ante el Santísimo Sacramento nos ayuda a ver su ideal que es la salvación de todos los hermanos.
Finalmente, la misericordia manifestada en la confesión y en la dirección espiritual nos permiten descubrir el infinito amor de Dios que nos cobija y acompaña siempre. La dirección espiritual como el tema vocacional deberán ocupar un lugar de privilegio en toda nuestra pastoral.
Toda comunidad arbitrará los medios más eficaces para que estos objetivos del año 2016 sean asumidos y vividos con alegría. Es oportuno que puedan consultar a los laicos y a los diversos grupos para encontrar caminos de realización para que lo que vive la Iglesia universal y la Iglesia en la Argentina sea vivido por cada uno de nosotros y deje entre nosotros frutos de santidad.
Con afecto fraterno en Jesús y María.
+Agustín