Sacerdote perteneciente a la Congregación de la Misión (lazaristas o vicentinos). Figura trascendente de la historia religiosa argentina.
Apóstol incansable de María de Luján. Difusor de su devoción en los países hermanos de Uruguay y Paraguay. Promotor de la construcción de la Basílica de Luján, centro espiritual de nuestra Patria.
Nacimiento
Nació en Castres (Francia), el 6 de enero de 1847. Ingresó al noviciado de la Congregación de la Misión, en París, en 1866; y fue ordenado sacerdote el 4 de junio de 1871. Llegó a Buenos Aires en octubre de ese mismo año; y el 3 de diciembre de la primera peregrinación general a Luján, organizada por el Arzobispo León Federico Aneiros con motivo de la finalización de la peste de fiebre amarilla. Éste fue el primer contacto con la Virgen de Luján. A su regreso a Buenos Aires, profundamente conmovido, comentó a sus compañeros: “Esta joya necesita un nuevo cofre”, aludiendo a la necesidad de construir un nuevo templo que viniera a reemplazar el existente.
En Luján y Azul
En enero de 1872 los Lazaristas asumieron la atención pastoral del Santuario de Luján; y, el 9 de mayo, Salvaire fue destinado a dicha Villa en calidad de teniente cura del P. Eusebio Fréret. Dos años después, en enero de 1874, partió a la misión de Azul para evangelizar a los indios reducidos del cacique Cipriano Catriel; y extendió su visita a la tribu de los caciques José María Railef (Bragado) e Ignacio Coliqueo (Los Toldos).
Salinas Grandes: el voto a la Virgen de Luján
En noviembre de 1875 llegó hasta las tolderías del cacique Manuel Namuncurá, en Salinas Grandes (La Pampa), con el fin de rescatar cautivos y ver la posibilidad de extender la misión hasta esos lejanos parajes. Allí, frente al peligro de inminente muerte, pronunció su voto a la Virgen de Luján, prometiéndole, si lo salvaba: escribir su historia, promover su culto y levantar un templo digno de Ella. De regreso a Luján, publicó en 1885 su famosa Historia de Nuestra Señora de Luján. Su origen, su santuario, sus milagros y su culto.
Coronación Pontificia de la Imagen
Promotor de la coronación pontificia de la Imagen de Luján. En 1886, viajó a Roma en calidad de comisionado del episcopado argentino para hacer bendecir por el Papa León XIII la corona de la Virgen, que el mismo hizo confeccionar en París; y alcanzar otros privilegios pontificios para el Santuario de Luján. La coronación pontificia de la Sagrada Imagen se realizó el 8 de mayo de 1887 en el marco de una impresionante ceremonia, bajo la efectiva dirección del propio Salvaire, que congregó en Luján a más de 20.000 peregrinos. El 25 de mayo de 1889 fue nombrado Cura y Capellán del Santuario. El 6 de enero de 1890 fundó la revista La Perla del Plata, medio gráfico para mantener fluida comunicación con los devotos de la Virgen de todo el país.
El inspirador de la Basílica
El 6 de mayo, del mismo año, ha pedido del Arzobispo León Federico Aneiros, y con la autorización de la Congregación, comenzó la construcción de la monumental Basílica Nacional, en estilo neo-gótico, convirtiéndose en eficaz agente para reunir los fondos económicos necesarios y en el inspirador de su exquisita ornamentación. Dando así comienzo a la organización de las grandes y masivas peregrinaciones, apoyándose en las posibilidades de comunicación que por entonces ofrecían los distintos ramales ferroviarios que confluían en Luján. Incluso gestionó el tendido de las vías hasta las inmediaciones del Santuario para facilitar el rápido y cómodo acceso de los peregrinos al Santuario (antigua Estación Basílica).
Ministerio pastoral
Sacerdote de gran celo pastoral, vasta cultura, de gran carácter y dotado de todas aquellas cualidades necesarias para afrontar grandes empresas. Infatigable misionero popular en Argentina y Uruguay. Estrecho colaborador y amigo confidente de los arzobispos de Buenos Aires León Federico Aneiros y Uladislao Castellano, y del primer obispo de la Plata, Mariano Espinosa, en lo referente a la actividad pastoral en el Santuario de Luján y a la edificación del nuevo templo. Director del Colegio-Seminario Ntra. Sra. de Luján y propulsor de la construcción del nuevo edificio (hoy Colegio de los Hermanos Maristas). Director de de la Asociación de las Hijas de María, fundada en la Villa en 1873. Inspirador de la Archicofradía de Ntra. Sra. de Luján. Fundador en la Villa de las Conferencias Vicentinas de hombres y mujeres; y del Círculo Católico de Obreros. Miembro fundador de del antiguo Hospital. Principal promotor del crecimiento de la actual ciudad de Luján y de la conservación de su patrimonio cultural, quien luego encontró en la persona de Enrique Udaondo un fiel intérprete y ejecutor de muchas de sus iniciativas.
Promotor de la paz con Chile
Asimismo, se ocupó por fomentar la paz con Chile en el contexto de la disputa limítrofe de 1895, hasta que se alcanzó el arbitraje internacional de 1898. Junto con su amigo el canónigo Chileno Ramón Ángel Jara, luego obispo de Ancud, promovieron en aquel año la peregrinación a Luján para afianzar la fraternidad argentino-chilena. Salvaire fue el autor de la oración por la paz que se rezó por mucho tiempo impetrando la intercesión maternal de la Virgen de Luján a fin de alejar el peligro cierto de un inminente enfrentamiento armado.
Propuesto como obispo de Luján
El episcopado argentino de entonces, haciéndose eco del deseo de muchas personas de ver al P. Salvaire consagrado obispo en razón de sus cualidades personales de inspirado pastor y en mérito a los continuos esfuerzos desplegados por promover la devoción a la Virgen de Luján, solicitó en carta al papa León XIII dicho nombramiento (in partibus, a título de mensae communis)). A este pedido se sumaron los obispos de Montevideo, Mariano Soler, y de Asunción del Paraguay, Juan Sinforiano Bogarín. Ante los comentarios que pronto se difundieron, el mismo Salvaire se encargó de manifestar a sus superiores la rotunda decisión de rehusar el nombramiento en caso de concretarse.
Carta del Episcopado Rioplatense
En dicha petición se lee: “… Es en verdad altamente meritorio ese virtuoso Sacerdote, tan ejemplar e ilustrado y universalmente apreciado. Además de haber sido un misionero infatigable entre los indios, desde 1875 a 1884, ha contraído grandes títulos a nuestra gratitud y al aprecio de los fieles por sus constantes y extraordinarios esfuerzos y ardoroso celo en levantar y propagar de una manera prodigiosa la devoción a Nuestra Señora de Luján en las Repúblicas del Plata, constituyéndose su Apóstol más esclarecido sin ahorrar trabajos y sacrificios de ninguna especie, habiendo conseguido con su celo infatigable e ilustrado, reanimar de tal modo esa devoción, que es hoy día notable y extraordinario el concurso de visitantes y de peregrinos regionales y nacionales a dicho Santuario. Además de esto ha contraído el insigne mérito de componer una historia monumental de la Virgen de Luján; ser el promotor y organizador de la solemne Coronación de dicha Imagen; el iniciador del proyecto de la Basílica monumental en construcción, llevada al estado de adelanto actual por sus esfuerzos indecibles y constantes. Tantos y tan grandes méritos contraídos por este esclarecido hijo de San Vicente de Paúl, nos ha movido a pedir a Vuestra Santidad, como premio a sus esclarecidos servicios y como un honor para el Santuario de Nuestra Señora de Luján, que su actual Capellán sea promovido a la dignidad de Obispo Titular…”.
El ocaso del Capellán
El P. Salvaire, a pesar de su robustez, agobiado por el excesivo trabajo, había comprometido seriamente su salud. Pero siempre mantuvo íntegros el carácter y los propósitos de trabajo, junto con la alegría y la caridad exquisita. Falleció sorpresivamente en el Santuario, de síncope cardiaco, a los cincuenta y dos años, el 4 de febrero de 1899, contemplando el rostro de su bendita Madre. Las últimas palabras que pronunciaron sus labios, fueron: “¡Oh, Jesús mío, creo en vos, os amo! ¡Espero en vos, oh dulcísima Virgen de Luján! Amén”. Sus restos descansan en la misma Basílica, en el altar de la Medalla Milagrosa.
Personalidad Sacerdotal
Con motivo de su deceso el canónigo porteño Juan A. López, director del periódico “La Voz de la Iglesia” publicó una sentida nota necrológica, en la que pone de manifiesto sus llamativas cualidades intelectuales y morales, junto al destacado don de gentes que poseía, abarcando su vida desde su llegada a Buenos Aires hasta el curato de Luján: “A diferencia de otros [el P. Salvaire], era un hombre múltiple, lo mismo era misionero, que periodista, historiador, cura e iniciador de obras benéficas para la religión y para el país, como la monumental que hoy se levanta en Luján […] La vida privada del P. Salvaire era la de un religioso austero, que tiene que vivir y actuar en el mundo haciéndose accesible lo mismo al católico fervoroso, que al indiferente, al despreocupado y refractario a nuestras creencias. Por eso, por sus dotes especiales, por el don de gentes que le distinguía, por un carácter expresivo y franco, uniendo a la cultura exquisita un tino especial para mantenerse a una altura digna en las diversas circunstancias. Todas las puertas estábanle abiertas, alternaba en todas las esferas sociales, y lo mismo era querido entre los humildes moradores de nuestra campaña que en el seno de las familias más distinguidas de esta metrópolis, en las ciudades y pueblos del interior y del litoral, del Uruguay y del Paraguay, buscando, persiguiendo, la unión íntima, de estas Repúblicas a la nuestra, por medio del vínculo indisoluble de las creencias”.