Homilía para la Misa de clausura de la acampada arquidiocesana y las ordenaciones diaconales

Ricardo y Javier - ordenación diaconal

Ricardo y Javier - ordenación diaconal 2

Ricardo y Javier - ordenación diaconal 3Queridos hermanos, especialmente queridos jóvenes que han realizado la acampada y queridos Javier y Ricardo, que hoy serán ordenados diáconos para la iglesia de Dios:

Año de la fe y domingo de la misericordia:

Es providencial que en el marco del año de la fe nos encontremos entorno a nuestra Madre de Luján, guía segura de la fe de los argentinos, para celebrar esta Santa Misa haciendo la experiencia de encuentro con Jesús Resucitado.

La fuerza arrolladora de su Pascua quiere renovarnos, como dice el lema de la acampada. Y nos renueva porque es su Vida la que se derrama sobre nosotros con la acción del Espíritu. Esa fuerza que se desbordaba en los integrantes de la comunidad de los primeros tiempos y los hacía salir al encuentro de los que no conocían a Jesús, fuente de verdadera vida, de juventud, de misericordia salvadora y de paz.

La primera lectura nos dice que la gente hasta ponía a los enfermos, a los poseídos de espíritus impuros al paso de los apóstoles para les llegara aunque sea su sombra, y así quedaban todos curados.

El Evangelio nos relata una de las apariciones de Jesús resucitado a los discípulos, especialmente cuando les deja el Espíritu Santo para la remisión de los pecados: es su amor prolongado en la Iglesia hasta el final de los tiempos, que brinda el servicio de la reconciliación de los hombres con su Padre, con los demás y con la creación.

La fe es la que nos dice que el perdón es de Dios, aunque depositado en frágiles recipientes de barro, como son los apóstoles y sus sucesores hasta el día de hoy. La fe es el gran don que nos permite mirar más allá de lo físico para adentrarnos en el Misterio. ¡Jesús está vivo! Y nosotros somos aquellos discípulos felices, llamados a creer sin haber visto.

Jesús es el Viviente, el Primero y el Último, alfa y omega, como nos relata Juan en el Apocalípsis. El es el que da sentido a nuestra vida y a nuestra historia. ¡No es lo mismo vivir reconciliados que enfrentados y rebeldes contra todo! ¡No es lo mismo caminar como discípulos misioneros del Señor resucitado que no saber adónde ir! ¡No es lo mismo vivir de la fe, que alimenta la esperanza y se concreta en el amor, a vivir en el egocentrismo y la mezquindad!

Se nos llama a “renovarnos en su pascua” y eso es dejar que nos inunde su gracia y sus maravillas se manifiesten en la pobreza y humildad de simples instrumentos, simples trabajadores de su viña.

Ordenaciones diaconales:

Hoy conferiré, como ya he dicho, el orden diaconal a Ricardo Rodríguez y a Javier Spreafichi. Gracias al Señor que los llamó y sus respuestas generosas para dedicar su vida a representar (hacer presente de nuevo) a Jesús servidor de todos. El gran servicio de Jesús es la salvación del pecado y sus consecuencias: la muerte. El ha vencido y quiere que todos se salven. Necesita de nuestro compromiso, de nuestro testimonio y entrega, de nuestro amor mutuo,para que puedan unirse todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Quiero agradecer a las familias de estos jóvenes, por haber sembrado en ellos la fe, que ahora fructifica y dará más frutos todavía. Es una enorme bendición de Dios el llamado de un hijo al sacerdocio o a la vida consagrada.Gracias también a tantos testigos que les hicieron presente a Jesús vivo: sus amigos, sus catequistas, sacerdotes, los formadores y compañeros del seminario,las comunidades parroquiales donde han recibido y compartido la fe y con seguridad la han enriquecido. Ahora los necesita la Iglesia para mostrar con sus vidas el amor del Señor. Los necesitan especialmente los jóvenes, como compañeros de camino y hermanos mayores que han experimentado el amor que Dios les tiene. Los necesitan los pobres, los marginados, los enfermos, los que no tienen esperanza, para encontrar en ustedes un consuelo, un motivo para no decaer ni bajar los brazos.

La comunidad necesita de su entusiasmo juvenil, de la alegría testimonial, de corazones generosos y misericordiosos porque han experimentado la misericordia y que sean cercanos a los hermanos, que se dejen encontrar.

Pido a la Nuestra Señora de Luján, servidora fiel y humilde, que haga de ustedes auténticos testigos de Jesús con confianza y fidelidad  en la Voluntad del Padre – será el único alimento que los sostendrá- y apóstoles creíbles en la donación sin vueltas a los hermanos.

Jornada Mundial de la Juventud:

Quisiera finalmente dar gracias a Dios por la llamada al papa Francisco como nuevo sucesor de Pedro. Haciéndome eco de sus palabras les digo que “es hermoso ser discípulos de Jesús” y esto hemos de mostrarlo al mundo en la próxima Jornada mundial de la juventud en Río de Janeiro, donde muchos de ustedes estarán presentes y los demás, en la unidad del espíritu, estaremos gozando y compartiendo esta alegría de conocer a Jesús y poderlo comunicar.

Gracias por los esfuerzos y trabajos realizados en cada parroquia, encada comunidad, en cada grupo juvenil. Gracias a la Pastoral Juvenil Arquidiocesana, al padre Javier y a tantos sacerdotes, consagradas  y laicos que acompañan y ponen sus dones al servicio para hacer posible estos encuentros que nos llenan de fervor para salir a comunicar la vida nueva que brota de la Pascua de Cristo. Juntos sigamos caminando y haciendo la misión continental ala que nos convocó Aparecida. Juntos, en nuestra arquidiócesis vivamos lamisión arquidiocesana apoyados en los pilares del ideario:busquemos la Comunión, para que el mundo crea; demos Testimonio: no podemos callar lo que hemos visto y oído; Celebremos la presencia de Jesús y bebamos de su fuente inagotable de amor en  la Palabra y los sacramentos; Sirvamos, con generosidad para poner de manifiesto el amor con que el Señor nos acompaña siempre.

Jesús los bendiga, la Virgen de Luján los proteja y acerque cada día más al Maestro. Seamos generosos, alegres y serviciales siempre. Amén.

 

+ Agustín Radrizzani

Luján, 7 de abril de 2013