CONCLUSIONES
La invitación a despertar un gran impulso misionero en la Iglesia en América Latina y El Caribe, propuesta por la V Conferencia General de Aparecida, aunque incipiente, comienza a percibirse y a vivirse en nuestra Arquidiócesis.
Notamos que hay un despertar de la vocación y acción misionera de los bautizados. En las conclusiones podemos leer expresiones que así lo demuestran: ”siempre anunciando, hasta en las conversaciones más habituales”, “ anunciar el Evangelio en todo momento hasta el final de nuestras vidas”, “hay una misión más allá de los grupos misioneros”.
Constatamos un fuerte deseo en los agentes de pastoral de llegar a las personas para comunicar el don del encuentro con Cristo. Así lo expresaron durante el encuentro: “Salir al encuentro del otro sacando prejuicios”,”misión con los amigos, con el de al lado”,”asumir que tenemos que ir”, “insertarnos en la sociedad”, “ encontrar el sentido de la vida en Cristo, y darlo a conocer”.
Vemos que hay una búsqueda de nuevas formas de evangelización, «nueva en su ardor, nueva en sus métodos, nueva en su expresión», porque se anhela hacerla desde la alegría, como puerta para el anuncio de la Buena Noticia y también como consecuencia de vivir en la fe (“contagiar nuestra alegría”;”vivir la Palabra con alegría”, “que vean nuestra felicidad”), desde el acompañamiento personal a todos los bautizados(”buscar una cercanía”, ”dar la bienvenida”,”conocer sus necesidades y acompañarlos”,”estar atentos a las necesidades, escucharlos”); desde la cercanía a la gente en su realidad y necesidad (“imitar a los primeros cristianos que comparten el pan y las necesidades”,“seguimientos de padres después del bautismo de sus hijos”, “buscar a Dios en la realidad”).
Los agentes de pastoral esperan una mayor integración entre los distintos grupos de la parroquia, (”encuentros más frecuentes entre los grupos”, “juntarnos para programar”, “comunicación”,” coordinar las buenas voluntades”, “incentivar la formación de comisiones parroquiales donde participen todos los grupos, donde se vivía una real comunión entre los carismas y realidades”); como así también entre parroquias en las ciudades en las que hay más de una, para potenciarlas, complementándose mutuamente en la misión (”fomentar encuentros interparroquiales”, ”necesidad de la comunicación entre parroquias”).
El pueblo de Dios está consciente de la necesidad de hacer del Evangelio su forma de vida, éste será un signo contundente para la credibilidad. En las conclusiones de los grupos se leen expresiones como las que siguen: “evangelizar con el ejemplo”, “contagiar la fe”, “dar testimonio de Jesús en nuestras vidas”,”darlo a conocer a Jesús mostrando nuestra forma de vivir”.
Los agentes participantes del encuentro descubren la necesidad de una sincera conversión a Jesús personal y comunitariamente, fruto del encuentro con El. Reconocen que no se puede transmitir el Evangelio sin saber lo que significa “estar” con Jesús. Leímos:” trabajar en nuestra propia conversión personal y pastoral para reflejar lo que creemos en lo que hacemos”, ”tenemos que reavivar nuestro encuentro personal con Cristo en la Eucaristía, Palabra, la oración, los sacramentos para poder transmitir la alegría de un Dios vivo”, “encuentro personal con Jesús para después encontrarnos con el otro”.
Además, se percatan de la importancia de vivir el mandamiento expresado por Jesucristo en la Última Cena: « ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13,34-35). Así lo expresaban:“Tratar de vivir el amor recíproco, “si a la ley del amor, no al legalismo”, “tolerancia”, “poner amor a las cosas”)
Desean y esperan intensificar la vivencia de la Iglesia arquidiocesana y parroquial como «casa y escuela de comunión», destacando la necesidad de fomentar la vida de pequeñas comunidades, al estilo de las primeras, viviendo desde allí su fe. Así lo expresaron:”reuniéndonos en pequeños grupos en casa de familias”, “debemos fortalecer todos los grupos de la comunidad” ,” compartiendo alegrías y tristezas como lo hacían los primeros cristianos”,” formar comunidades de jóvenes, hombres, mujeres”.
Así mismo procuran cumplir el anhelo de Jesús: «Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me enviaste» . Destacan a esta espiritualidad de comunión como la que permite valorarnos unos a otros y apreciar la riqueza de la unidad en la diversidad de vocaciones, carismas y ministerios.
Palpan que es necesario la comunión con todos y la participación entre todos. Nadie debe considerarse apartado de la comunión y de la participación.
Y así nos lo expresan los agentes pastorales :“ trabajar dentro de la diversidad en la unidad”, ”valorar la pluralidad” , ”apertura a todos”;”buscar la unidad”, “ir sembrando la semilla de la unidad”.
Experimentan la necesidad de un camino de evangelización permanente y de formación integral, para dar razón de su fe, porque reconocen que quieren : “Acrecentar la formación de grupos con estudios bíblicos”, “formarnos permite tener comunidades sólidas”,”creación de espacios de formación permanente”, “estar preparados para salir a misionar”.
Que María, la bienaventurada porque ha creído, nos acompañe en este tiempo de gracia para que cada uno de nosotros y de nuestras comunidades, pueda vivir la comunión que“ significa capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como « uno que me pertenece », para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad“ (NMI43) y crecer en la fe que “ es decidirse a estar con el Señor para vivir con El”( PF 10).
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